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Actualizado: 17 de junio de 2025


Al bajar el sol volvieron, pero Berta quiso saludar un momento a sus vecinas de enfrente. Su hija escapóse en seguida a casa. Entretanto los idiotas no se habían movido en todo el día de su banco. El sol había transpuesto ya el cerco, comenzaba a hundirse, y ellos continuaban mirando los ladrillos, más inertes que nunca. De pronto, algo se interpuso entre su mirada y el cerco.

Al amanecer el dia inmediato, se puso en marcha el Comandante General, tomando el camino de Putina, con el intento de hacer todo esfuerzo para alcanzar los gefes de la rebelion; pero la misma tarde supo por un prisionero, que seguian otra direccion; y habiéndola tambien variado al siguiente dia, no consiguió otra cosa que certificarse era inutil seguirlos, porque se retiraban aceleradamente á la provincia de Carabaya, casi abandonados de todos los suyos, y porque escasamente les seguian 100 personas de ambos sexos; pero todavia manifestando, no desistian continuar la rebelion con empeño y constancia, afirmando á los habitantes de los pueblos por donde transitaban, iban á buscar unas columnas de leones, tigres y otras fieras, para que devorasen al ejército español, consiguiendo con estas bárbaras fantasias, que los idiotas de aquellos infelices y desgraciados paises les creyeran y prestasen una ciega obediencia.

Tenían la lengua entre los labios, los ojos estúpidos, y volvían la cabeza con la boca abierta. El patio era de tierra, cerrado al oeste por un cerco de ladrillos. El banco quedaba paralelo a él, a cinco metros, y allí se mantenían inmóviles, fijos los ojos en los ladrillos. Como el sol se ocultaba tras el cerco, al declinar los idiotas tenían fiesta.

Pepeta comenzó á dar gritos queriendo imponer su autoridad en esta confusión. «¡Gente afuera! En vez de estar molestando, lo que debían hacer era llevarse á las dos pobres mujeres, extenuadas por el dolor, idiotas por tanto ruido

Volvióse, y vió a los cuatro idiotas, con los hombros pegados uno a otro, mirando estupefactos la operación. Rojo... rojo... ¡Señora! Los niños están aquí, en la cocina. Berta llegó; no quería que jamás pisaran allí. ¡Y ni aún en esas horas de pleno perdón, olvido y felicidad reconquistada, podía evitarse esa horrible visión!

En todo su aspecto sucio y desvalido se notaba la falta absoluta de un poco de cuidado maternal. Esos cuatro idiotas, sin embargo, habían sido un día el encanto de sus padres.

Si se quiere forzar su inteligencia, sucede la que Mr. de Humboldt observó en los pueblos americanos llamados todavía las Misiones: habiendo perdido la savia indígena sin tomar nada nuestro, el cuerpo vivo pero muerto el espíritu, estériles, inutilizados para siempre, son toda su vida niños grandes, embrutecidos, idiotas.

Todo testimonio, incluyendo el de los criminales, niños y aun idiotas, era válido contra la persona acusada, mientras sólo era oído en su favor el de los insospechables; todos los procedimientos eran estrictamente secretos; los falsos informes eran rara vez castigados, y el principio general era que todo acusado debía ser de alguna manera culpable, siendo la inquisición, como el papa, infalible.

Sobre vosotros corre una catarata que todo lo inunda; á vosotros tambien. Sobre vosotros hay un espíritu que os llama idiotas cuando sois injustos, á vosotros, montones de oro, que ofuscais mi vista, á vosotros, que me teneis estático, como si contemplara un prodigio.

«¡Yo también he hecho mis estudios en la Universidad, y no soy inferior a vosotros, imbécilesdijo casi en voz alta. Tuvo calor, y se desabrochó el gabán; pero temiendo coger frío, se lo abrochó de nuevo. «¡; soy tan honorable como vosotros, jóvenes idiotas! Quizá más honorable. Soy un padre de familia que mantiene a ocho personas... Es de todo punto necesario poner fin a esta farsa.

Palabra del Dia

vorsado

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