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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Si los hijos de aquella señora eran idiotas, raquíticos y feos como demonios, en cambio su hermana Milagros había dado al mundo cuatro ángeles marcados desde su edad tierna con el sello de la hermosura, la gracia y la discreción.

Y, en realidad, este último caso ya se ha dado varias veces. ¿Cuántos muchachos que comenzaron haciendo cosas interesantes no se volvieron idiotas tan pronto como se los llamó a un buen periódico y se les dio un buen sueldo? Los directores no se explicaban la causa, y, sin embargo, era una causa muy fácil de comprender: esos muchachos nunca habían tenido talento. Lo que habían tenido era hambre.

No por eso han dejado de dar á los pobres idiotas el nombre de cretinos, de crestias ó de inocentes, figurándose que tales seres, incapaces de razonar sus actos y de llegar á la comprensión del mal, disfrutan del privilegio de no tener ningún pecado en la conciencia. Cristianos desde la cuna, á la fuerza tienen que ir derechos al cielo.

Cuando hubimos salido del cenador, yo otra vez en cuatro pies detrás de ella, oímos de lejos al viejo que gritaba: ¿Es posible? ¿Hanckel, mi amigo Hanckel, está aquí? ¿Por qué no me han despertado entonces, cretinos, idiotas, miserables? ¡Mi amigo Hanckel aquí, y yo roncando! ¡runfla de canallas!...

Hombres y mujeres, ancianos y niños, adultos que pasan de la pubertad á la vejez del cuerpo y del alma con una precocidad increible, por la accion de los vicios y de las privaciones, todos van entrando, descendiendo esa escalera y aglomerándose como los insectos sobre una charca pútrida, para pasar allí la noche, confundidos, revueltos, medio ebrios, medio idiotas, extenuados de fatiga y hambrientos, odiándose á veces mútuamente, sin conciencia de su ser, ni nocion de Dios, ni amor á la humanidad, ni resignacion, ni remordimiento, ni aspiraciones, ni esperanza....

Y si el mundo, si los necios vetustenses, y su madre y el obispo y el papa, preguntaban ¿por qué? él respondía a gritos, desde el púlpito si hacía falta: Idiotas ¿que, por qué mato?

Tanta pachorra sacaba de quicio a doña Lupe, que poniendo el grito en el Cielo, decía: «Estoy destinada a ser la víctima de estos tres idiotas... Cada uno por su lado me consumen la vida, y entre los tres juntos van a acabar conmigo... ¡Qué familia, Señor, qué familia! Si me viera mi Jáuregui, otro gallo me cantara. ¡Pero hombre de Dios, vaya que tienes una calma!

Estas palabras son un digno y generoso epitafio. ¡Ilustre Molière! Ya que un siglo dejó tu cadáver insepulto; ya que un siglo negó á tus cenizas el palmo de tierra, que no se niega á tantos idiotas y á tantos malvados, otro siglo te llama, te hace entrar y te tiene guardado aquí. ¡Qué arcanos tan raros envuelven el destino de la vida!

Los amigos del orador trataron una vez más de imponerle silencio con sus risotadas. ¡Maugirón, nos estás aburriendo! ¡Una cena de multa, Maugirón! ¡Se escurre como un macarrón, este tipo! ¡Qué cursi es eso! ¡Pues no se ocupa de la magistratura!... ¡Oye! Pide una plaza de fiscal... ¡Sois todos unos idiotas! exclamo Maugirón aprovechando un momento de calma. ¡Qué grosero! dijo Marieta de Fontenoy.

Mazzini la retuvo abrazada largo rato, y ella lloró desesperadamente, pero sin que ninguno se atreviera a decir una palabra. A las diez decidieron salir, después de almorzar. Como apenas tenían tiempo, ordenaron a la sirvienta que matara una gallina. El día radiante había arrancado a los idiotas de su banco.

Palabra del Dia

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