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Actualizado: 17 de noviembre de 2025
Demasiado; ¿y hace mucho tiempo que mi prima está confesando? Ya hace más de una hora. ¡Ah! pues tenemos para otra hora larga. Tal vez dijo la tornera. Decidme, madre Ignacia preguntó la condesa , ¿está vacía la celda aquella tan hermosa que está sobre el huerto?
Sí, Juan Claudio, esto me produce el efecto de un burgomaestre o de un alcalde de pueblo, con una panza tan abultada como la de un palomo, a quien se le hinchan los carrillos cuando dice: «Yo, Hans Aden, tengo diez fanegas de magníficos prados, tengo también dos casas, una viña, un huerto y un jardín; ¡ején!, ¡ején!, tengo esto, y lo otro, y lo de más allá.» Pero al día siguiente le da un coliquillo, y... ¡andando! ¡Los locos, los locos!... ¿Quién puede decir que no está loco?
No hay huerto de naranjos decía en los momentos de expansión , no hay arrozal que dé lo que da esta finca. Aquí no hay heladas, ni vendaval, ni inundaciones. La clientela era segura; gentes de Iglesia, que llevaban tras de ellas á los devotos, por considerar á don Esteban como de su clase, y labradores, muchos labradores ricos.
Luego, abriendo del todo el postigo y sacudiendo la mano con impaciencia: Presto, presto agregó; cruce vuesa merced el patio y el huerto, y suba a la torre. Cuando Ramiro se halló en lo alto del cubo, desde cuya plataforma había visto atardecer siendo niño, en compañía del enano, apoyó su espalda contra las almenas y se puso a esperar.
Si yo no hubiese cuidado el huerto, cuyos productos se vendían en la ciudad, nos habría sido imposible vivir. ¿Por qué la gente lleva toda su harina al molino de agua de los Felshammer, sin pensar que en los molinos de viento los pobres molineros necesitan vivir también? Esto es lo que nos decíamos a menudo; y mirábamos con odio vuestra casa... Pero he aquí que, de repente, llega Martín.
Este viejo es el más viejo de todos; cuando camina agachado sobre su palo lleva la mano izquierda puesta sobre la espalda. Mira hacia Poniente y dice: El año 60 hizo un viento grande que derribó una palmera. Yo la vi contesta otro ; cayó sobre la pared del huerto y abrió un boquete. Era una palmera muy alta. Sí, era una palmera muy alta. Se hace otra larga pausa.
Leonora aún estaba allí. La esperaría en el camino del huerto; había que aprovechar la mañana. El campo parecía estremecerse bajo los primeros besos de la primavera.
Rafael comprendía el enardecimiento loco, la conmoción eléctrica de los públicos al verla aparecer entre las rocas de lienzo pintado, haciendo temblar las tablas con su paso vigoroso, elevando con rudeza sobre las blancas alas del casco la lanza y el escudo y lanzando el grito de la walkiria, el ¡hojotoho! que, repetido en el tranquilo huerto, parecía estremecer las calles de follaje con una corriente de entusiasmo.
La pared del huerto que tenía á su espalda el cazador comenzaba ya á consolidarse: sólo un tramo de dos varas estaba sin revestirse de las verdes ligaduras, y sostenido por un prodigio de equilibrio.
Así es que se comprende cuál sería su estupefacción cuando, al salir de la montaña y a la orilla del bosque, vio el ruedo del pueblo arrasado como un pontón; no quedaba ni un jardín, ni un huerto, ni un paseo, ni un árbol, ni un matojo; todo lo que se hallaba al alcance del cañón había sido destruido.
Palabra del Dia
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