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Actualizado: 6 de junio de 2025
Pronto vino en cuenta de su error. El indiano, aunque tuviese dinero, ni lo mostraba. Largos seis meses lo tuvo de huésped en casa, haciendo por obsequiarle no pocos sacrificios, sin obtener más recompensa que algunos livianos regalos a las chicas y a Rafael.
Llegóse el huésped a él, habiéndole llamado primero; y, trabándole por la mano, viendo que no le respondía y hallándole frío, vio que estaba muerto.
Aquel es un pueblo sobrio y frugal, y sinembargo el gusto de los hosteleros consiste en aglomerar montones de platos, sin orden ni discernimiento, como si solo se tratara de hartar al huésped ó viajero. De ahí resulta muchas veces el efecto contrario, porque muchos platos no son sino ediciones distintas del primero que entra en la escena gastronómica.
Habia sobre una mesa dos velas encendidas, porque ya iba cerrando la noche: tendió el brazo el huésped y las apagó, y bastaron su rostro de ascua y sus ojos de azuladas llamas para dar luz al aposento.
Reñimos en entrando al huésped: "¿Es posible que no he de ser yo poderoso para que barra esa moza? Perdone vuestra merced, que han comido aquí unos amigos, y estos criados...." etc. Quien no nos conoce, cree que es así, y pasa por convite. Pues ¿qué diré del modo de comer en casas ajenas?
En cuanto se vió sola, la señorita Guichard se apoderó de la jaquette de su huésped, la registró con mano febril, descubrió una cartera, la abrió y tomando una tarjeta, leyó: Mauricio Aubry.
Hiciéronlo así, y quedándose solos, dijo el Corregidor al huésped: ¿Dónde está una muchacha que dicen que sirve en esta casa, tan hermosa, que por toda la ciudad la llaman la ilustre fregona? Señor respondió el huésped , esa fregona ilustre que dicen es verdad que está en esta casa; pero ni es mi criada, ni deja de serlo.
Comencé a dar gritos y a pedir confesión; y como no sabía lo que era, aunque sospechaba por las palabras que acaso era el huésped de quien me había salido con la traza de la Inquisición, o el carcelero burlado, o mis compañeros huidos...; y, al fin, yo esperaba de tantas partes la cuchillada, que no sabía a quién echársela; pero nunca sospeché en don Diego ni en lo que era.
Y, diciendo esto, fue a tener el estribo a don Quijote, el cual se apeó con mucha dificultad y trabajo, como aquel que en todo aquel día no se había desayunado. Dijo luego al huésped que le tuviese mucho cuidado de su caballo, porque era la mejor pieza que comía pan en el mundo.
Desde por la mañana tenemos abiertos los brazos para recibir al noble huésped, y sólo abrazamos el vacío. ¿No creéis, condesa, que esta tardanza manifiesta una falta de respeto, tanto a vos como a vuestro viejo padre? EL CONDE. ¿Os calláis? Sí, tenéis razón; cuando se trata del honor de vuestro padre, preferís callaros.
Palabra del Dia
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