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Tuvo por discreta la señal del conocimiento y juzgó por muy rica a la señora peregrina que tal cadena había dejado al huésped; y teniendo en pensamiento de sacar de aquella posada la hermosa muchacha cuando hubiese concertado un monasterio donde llevarla, por entonces se contentó de llevar sólo el pergamino, encargando al huésped que si acaso viniesen por Costanza, le avisase y diese noticia de quién era el que por ella venía, antes que le mostrase la cadena, que dejaba en su poder.

El padre de familia volvía a ser huésped invisible del hogar que había habitado, para recibir en él todos los días las primicias de la comida de la tarde y gozar del cariño fiel de sus hijos y de su viuda. ¡Desgraciado el que faltaba al deber de alimentar a sus antepasados!... ¡Desgraciado el que no era alimentado por sus descendientes!...

San Juan no era para la casa de este buen señor solamente su patrono y el del lugar, ni uno de tantos bienaventurados cuya imagen se veneraba en la iglesia parroquial del pueblo: era, además, un protector especial, un huésped constante de mis parientes.

El ventero, que vio a su huésped a sus pies y oyó semejantes razones, estaba confuso mirándole, sin saber qué hacerse ni decirle, y porfiaba con él que se levantase, y jamás quiso, hasta que le hubo de decir que él le otorgaba el don que le pedía.

Era el dueño y huésped de los que creen en Dios por cortesía o sobre falso; moriscos los llaman en el pueblo, que hay muy grande cosecha desta gente y de la que tiene sobradas narices y sólo les faltan para oler tocino; digo esto, confesando la mucha nobleza que hay entre la gente principal, que cierto es mucha.

La buena señora le puso la suya, pálida y descarnada, sobre la cabeza, diciendo con lágrimas también en los ojos: ¡Pobre hijo mío! Aguárdame un instante. Voy a decir a ese señor lo que hace al caso. Subió la señora de Belinchón la escalera de caracol que conducía al piso segundo. Arriba tropezó con el ayuda de cámara de su huésped. ¿Qué hace el señor Duque? le preguntó.

El dueño de la fonda me lo presentó como un antiguo huésped á quien debía muchas atenciones. Si me negaba á compartir con él mi cuarto, se vería en la precisión de despedirle por tener toda la casa ocupada, lo cual sentía extremadamente.

Después se había reído preguntándole si había aprendido aquellos usos en el club de regatas. Esto le había irritado, le tenía propenso a no mostrarse con el Duque todo lo deferente y respetuoso que debía. En cambio, ella hacía días que se preocupaba con los preparativos para recibir al ilustre huésped. Por su consejo y dirección se había aumentado la servidumbre, poniendo librea a los criados.

Oyendo esto Dorotea, dijo callando a Cardenio: -Poco le falta a nuestro huésped para hacer la segunda parte de don Quijote.

Tomó el huésped, lleno de sorpresa, el papel, y leyó en voz alta lo siguiente: «Alcaldía constitucional de....