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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Cuando se hubieron reunido a las personas tranquilas que habían preferido pasar la tarde a la sombra, bajo los manzanos de la huerta, declararon que no tenían la intención de volver tan temprano a Etretat, que querían comer en Saint Jouin, y bailar después en la vasta pieza alfombrada de césped. Esta sala, llena de muebles antiguos, es una de las curiosidades artísticas de la hostería.

Y en este hervidero se le olvidó una cosa importantísima: esto es, la carta que la madre Misericordia le había dado para el duque de Lerma, y que se había llevado Quevedo. Pero necesariamente, ó permanecía de una manera indefinida en la hostería del Ciervo Azul, ó tomaba un partido. Montiño tomó el de acudir á donde le llamaba su pensamiento dominante. A su casa.

La tengo por principal. Dios os libre de un portento embozado, de un lucero entre nubes, de una mano entre rendijas, de un envido de buscona, y sobre todo, de un quiero. Desconfiad de carta de dueña como de pastel de hostería, y sobre todo, recibidme por maestro. ¿Dónde vivís? No lo aún; ¿y vos? Yo... vivo aquí. ¿Acabáis de llegar? Ya os lo dije; torno á esta tierra, de un destierro.

Voy á explicarme: salía yo de aquí esta mañana con la carta que me habíais dado para su excelencia el duque de Lerma, mi señor, cuando he aquí que me tropiezo... ¿Con quién? Con un espíritu rebelde, que me coge, me lleva consigo, y me mete en la hostería del... Ciervo Azul; y una vez allí me quita la carta que vos me habíais dado para don Francisco de Quevedo.

Indudablemente; pero es necesario que os detengáis en ir lo menos una hora. ¿Y por qué? Porque necesito ese tiempo para llevar á la Dorotea á palacio. Ya debe de haber salido de la función del corral del Príncipe; pero como ha ido acompañada muy á su gusto, podrá suceder que después de la función se haya metido con su compañía en alguna hostería apartada.

No, querido amigo, yo fui cazado por ella... Un día, me había retrasado en el campo y me iba a pie a Sidi-Bel-Abes, cuando vi detrás de la sombra de un animal que tomé por un gran perro, por un ternero escapado de algún rebaño, ¿qué yo?, del que no volví a ocuparme más... Aquel animal me siguió paso a paso y al llegar a mi hostería estaba literalmente pisándome los talones... Impaciente, quise alejarle de un puntapié... Y un rugido que no daba lugar a ninguna duda respondió a esta imprudente familiaridad.

Chimbe es un punto del camino donde se levantan dos o tres casas, en una de las cuales hay algo a manera de hostería, en la que, después de un largo parlamento con la dueña, se obtiene un almuerzo compuesto de un caldo con papas, las papas duras y el caldo flaco, seguido por un trozo de carne salada, el trozo chico y la carne paquidérmica. Es otra de las regiones privilegiadas para el café.

Que nos vayamos á una hostería. ¿Y Dorotea, que estará con cuidado? Se la avisará. Pues á la hostería. ¿Y á dónde que no nos molesten? dijo Juan Montiño. A la Cava Baja de San Miguel. Allí hay truchas y perdices frescas. Pues á la Cava Baja. Los tres jóvenes se pusieron en marcha. El aporreado parecía haber olvidado su aporreo, y charlaba como los otros dos.

Dentro de la hostería, en el primer aposento, en la sala común, sentados á una mesa y esperando con semblante alegre una cena, estaban dos lacayos de la casa real, á juzgar por su librea, y los dos soldados de la guardia española. ¿Sabes, Perico, que el tal cofre pesaba como una bendición, y que tengo los brazos dormidos? dijo un lacayo al otro.

Adelántate, Roger, y al dueño de esa hostería ó taberna ó lo que sea que prepare alojamiento para un caballero inglés y sus servidores. Picó Roger espuelas á su caballo y llegó á la puerta de la casa, dejando á sus compañeros á un tiro de ballesta. No viendo alma viviente, empujó la entornada puerta, entró en el zaguán y llamó á gritos al mesonero.

Palabra del Dia

hociquea

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