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Actualizado: 14 de junio de 2025


Y poniendo en este homenaje un respeto profundo que corregía su tono atrevido, la joven se inclinó delante de Liette conquistada y encantada. Puesto que está hecho el conocimiento por este lado, permítame usted que le presente a mi vez el capitán Raynal, señora baronesa dijo la empleada dirigiendo una amable sonrisa a la linda niña.

Pocos días después ocurrió casi lo mismo. Pepe, sólo por disfrutar de aquél regalo de la vista, que la fortuna le ofrecía, miró varias veces a Paz, y ella lo notó, sin dar señal de desagrado, antes al contrario, sintiendo cierta tranquila complacencia con aquel homenaje mudo que la rendía un hombre imposibilitado por su posición para adularla con esperanza de lograr favores.

Ahí están las santas de los altares: pues, bien, ¿se incomodan o ruborizan porque los hombres, de rodillas, las prestan el homenaje de su adoración?

Por cierto que su primer rayo no hirió directamente nuestras pupilas, sino que fué á besar con amoroso respeto un arrogantísimo torreón gótico, que ya habíamos divisado enfrente de la Estación, sobre las ruinas de una antigua fortaleza. Era la famosa Torre del Homenaje del celebérrimo Castillo de la Mota.

Yo me siento más a mi gusto y más feliz que nunca cuando voy a oír las oraciones y los cánticos en homenaje y gloria de Dios, que el señor Macey entona, y las buenas palabras que pronuncia el señor Crackenthorp, principalmente los días de comunión. Si me ocurre alguna contrariedad siento que la puedo soportar, porque he ido a buscar ayuda donde debía.

A lo cual ayudó no poco el cacique de los Puraxís, que en voz alta decía: «Venid, amigos, á rendir homenaje á nuestro Criador Jesucristo; adoradle y haceos vasallos suyos.» ¡Espectáculo verdaderamente digno de alabar por él á la Divina Misericordia!

Sus ojos grises y su rostro de una blancura tierna, semejante a la de un merengue, acogían con visible complacencia estas palabras de brutal homenaje en idiomas que no podía entender. Algunos de los muchachos, que eran españoles, trataban con respetuosa familiaridad a Maltrana, que por algo se creía «el hombre más popular del buque».

Sólo lo visitaban las procesiones venidas desde el amurallado Mónaco para rendir homenaje á Santa Devota en una iglesia blanca, que aún parecía ahora más diminuta junto á las arcadas del puente del ferrocarril.

Por eso es, señores, este acto; por eso este homenaje, por eso este tributo.

Mayo de 1884. Al pueblo colombiano, en estos momentos de amargura, dedica la reedición de este libro, como homenaje de respeto y cariño MIGUEL CAN

Palabra del Dia

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