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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Quando moria un casado, y queria ser santa su cara esposa, se quemaba públicamente sobre el cadáver de su marido, en una solemne fiesta, que llamaban la hoguera de la viudez; y la tribu mas estimada era aquella en que mas mugeres se quemaban.
Estoy casado; el cura me regaña; tuve más de un disgusto con la mujer. Creo que harto escándalo di ya y que es hora de echar algunas paletadas de tierra en la hoguera que me consume... Pero dígolo en verdad, por nada de este mundo quisiera que la rapaza cayera en poder de algún zorrocloco que no tuviera para mantenerla, que la matara de hambre ó le diese mala vida.
Don Mateo, firme, indomable, conservaba tenazmente, con amoroso esmero, este exiguo rescoldo del fuego del placer. Gracias a su perseverancia, aquella noche se convirtió en viva y animada hoguera.
Bajar el Magdalena es una bendición en comparación a la subida; el descenso, sobre todo en el Confianza y con la cantidad de agua que tenía el río, no dura más que cuatro días, mientras yo había empleado quince o diez y seis a la venida. Esa misma rapidez de la marcha establece una corriente de aire cuya frescura suaviza los rigores de aquella temperatura de hoguera.
Seguramente que si misia Casilda sabe que en la ocasión en que ella tanto se lamentaba de la ocurrencia, era portador Agapo de una carta traidora, que había de encender más la hoguera sobre la cual ella, por amor propio y amor de su sobrino, trataba de echar el agua fría de la reflexión, no hubiera sido flojo el escándalo.
Yo llevo este mal tan triste porque un gran frío me recorre el cuerpo, y me toca el fuego y no lo siento calentar mi carne muerta. En la noche no se ve nada y se ve una hoguera, y del cielo ninguna cosa baja a la tierra, si no es el agua y el fuego, que tienen una hermandad.... En la cocina resuenan los lloros del niño que mama en el pecho de Paula la Reina.
Si la santa fe de nuestros padres no estuviera tan perdida; si las perversas doctrinas del filosofismo francés no nos hubiesen inficionado, ese hombre, en vez de vestir el honroso uniforme de la marina, vestiría el sambenito; en vez de andar libre por ahí, piedra de escándalo, fermento de impiedad, levadura del infierno, corrompiendo lo que aun en el cuerpo social se conserva sano, estaría en los calabozos de la Inquisición ó ya hubiera muerto en la hoguera.
La música seguía rugiendo la Marsellesa, y en la multitud, alguno de los ardorosos, trastornado por la ilusión y por el himno, creyendo que la cosa ya estaba en casa, gritaba a todo pulmón: «¡Viva la República!», lo que azoraba a los pobres municipales y les hacía mirar en derredor, buscando un hueco en el gentío por donde escapar. La hoguera crecía rápidamente.
AZUCENA. Pocos días después tuve ocasión de conseguirlo. Yo no hacía otra cosa que rodear la casa del Conde que había sido causa de la muerte de aquella desgraciada... un día logré introducirme en ella y le arrebaté al niño, y dos minutos después ya estaba yo en este sitio, donde tenía preparada la hoguera. MANRIQUE. ¿Y tuvisteis valor? MANRIQUE. ¿Y en fin?
Á veces en los ojos del médico brillaba un fulgor ominoso á manera del reflejo de una hoguera infernal, como si el terreno en que trabajaba este sombrío minero le hubiese dado indicios que le hicieran concebir fundadas esperanzas de hallar algo valioso.
Palabra del Dia
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