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Actualizado: 10 de junio de 2025


Buenas noches, D. Lino dijo Paco. ¿Dónde ha dejado usted á Homobono? D. Lino tosió dos ó tres veces, se sentó con mucha calma y se dignó responder al cabo de algunos instantes: Homobono, entregado al estudio con harto más ahinco de lo que aconseja la higiene y la prudencia, no vendrá hasta dentro de un rato. Tiene usted un hijo de mucho provecho, don Lino.

Y daba palmaditas en la espalda de Mesía . Este que parece un chiquillo. Y volviéndose a Frígilis que estaba presente, algo triste y desmejorado, añadía Quintanar: En cambio vas a escape para Villavieja.... Y eso que tanto tono sabes darte con tu higiene, y tu vida de árbol secular. No, lo que es al siglo no llegas, carcamal....

Tres horas diarias de pensamiento y de acción, en término medio por cada hombre y cada mujer, estaban empleadas en precaverse de los males y asegurarse los bienes individualmente, y un ejército permanente de teólogos en la más radical ignorancia de la higiene la agricultura, la pedagogía y la mecánica, estaba dedicado a asegurar el bienestar general por procedimientos místicos, percibiendo en compensación, coercitivamente, el diez por ciento de la producción ajena y voluntariamente otro tanto en donativos.

Aquí nos hemos ocupado del adoquinado y rectificación de calles, de formación de paseos, de obras de higiene convencional y de todo aquello que luce a primera vista; pero respecto a organización social, a medios de conocernos y controlar nuestros actos todos los convecinos, vivimos como en tiempo del coloniaje. ¿Por qué no se ha establecido el registro de vecindad y todos sus derivados?

Se preocupaba algunas veces de las galas de su hija; quería verla elegante, y la aconsejaba mirando los periódicos de modas, con la misma bondad con que una persona mayor discute con un niño sobre juegos. Iba siempre vestida de negro, con telas pobres y sin brillo. Pepita notaba en sus ropas interiores un abandono, una rudeza, que algunas veces llegaba á rebasar los límites de la higiene.

De pronto suena la campanilla, entra un señor y pasa a la sala... Es el papá de la novia de Miquis, que viene a consultarle un punto de Higiene. Augusto deja a Isidora en su despacho, y tiene que resistir durante una hora la embestida de su suegro, el cual le habla de Sanidad y de la fundación de la Penitenciaría para jóvenes delincuentes. Cuando su suegro se marcha, Miquis vuelve al despacho.

Nada... en cuanto alguna se me acercaba en la calle, mocada limpia... ¡Vayan allá, al infierno, a tener tratos indignos!...» A pesar de esta higiene y régimen espartano, el cura tuvo la desgracia de enfermar. Comenzó a ponerse triste y amarillo, que daba pena verlo: comer, comía bien, pero no le aprovechaba.

D. Juan necesitaba un oyente a quien exponer los muchos pensamientos que le fatigaban la cabeza, sus teorías, su braveza, sus fuerzas, su higiene y su horror a «las porcuzasMiguel, que era ya un mancebo de quince años, le servía admirablemente para el caso; a veces el capellán, pensando que hablaba con un hombre ya formado, se deslizaba un poco en ciertas materias escabrosas.

No obstante, le aconsejaré un tratamiento que se aplica a todo, incluso las enfermedades de la imaginación, que conozco muy mal: higiene. Paréceme que le iría bien el uso de ideas justas, sentimientos lógicos, afecciones posibles; en una palabra, empleo juicioso de las fuerzas y de las actividades de la vida.

Una diferencia había entre la deambulación pasada y la presente. Aquella era nocturna y tenía algo de sonambulismo o de ideación enfermiza; esta era diurna, y a causa de las buenas condiciones del ambiente solar en que se producía, resultaba más sana y más conforme con la higiene cerebro-espinal.

Palabra del Dia

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