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Actualizado: 10 de junio de 2025


Así que su hijo tuvo a bien presentarse en este mundo de horror y tristeza, se creyó en el deber de hacérselo más llevadero. El medio más adecuado para ello pensó que sería comprar los libros recientes que trataban de la higiene y educación de los niños. Día y noche se entregó a su lectura con verdadero furor.

¿No es acaso ese juego de los partidos colombianos la marcha constante de las sociedades humanas hacia el progreso, y no está revelando la existencia de un pueblo libro y enérgico en la defensa de sus derechos? . Bogotá. Primera impresión. La plazuela de San Victorino. El mercado de Bogotá. La España de Cervantes. El caño. La higiene. Las literas. Las serenatas. Las plazas. Población.

Para mejor comprender este fenómeno y explicarlo según es en realidad y no como resulta en apariencia, conviene compararlo con la aparición de un nuevo sentimiento que se ha formado desde la implantación del régimen americano; del sentimiento de la higiene.

La Regenta, si caía iba a ser exageradísima». Y se preparaba Mesía. Leyó libros de higiene, hizo gimnasia de salón, paseó mucho a caballo. Y se negó a acompañar a Paco Vegallana en sus aventurillas fáciles y pagaderas a la vista. «El diablo harto de carne...» le decía Paco. Y don Álvaro sonreía y se acostaba temprano. Madrugaba.

Y no se crea que estos etcéteras se parecen á los que se ponen de ordinario despues de una larga enumeracion de títulos: D. Custodio, con no haber visto nunca un tratado de Higiene, llegó á ser hasta vice presidente de la Junta de Sanidad de Manila, verdad es tambien que de los ocho que la componen solo uno tenía que ser médico y este uno no podía ser él.

Buscadlos en las cruces de los cementerios, en las fosas comunes repletas, y formaos una idea del número de bajas en ese pequeño ejército de trabajadores, recordando que muchos ingenieros, con el principal a la cabeza, gente toda cuya higiene personal les servía de preservativo, han sido de los primeros en caer bajo las fiebres del Istmo.

Así resplandecía el sitio que él ocupaba de sorprendente limpieza, en medio del desorden y la dejadez del resto de la habitación; al principio, quiso imponer sus hábitos morigerados, asignando su puesto a cada objeto y haciendo que la escoba y el plumero desempeñaran el papel que aconseja y manda la higiene; pero aquello fué lo mismo que pretender aplicar la regla de San Benito a una tropa de reclutas.

Cuando los enfermos sanaban por milagro solamente, tenían razón de ser y no existían la higiene y la terapéutica, que estaban condenadas por la Iglesia en defensa de la castidad y de la taumaturgia respectivamente; la mortalidad igualaba a la natalidad y el crecimiento vegetativo de las poblaciones era nulo o insignificante, estando la salud de los vivos encomendada a la voluntad de los muertos en la heroicidad o la santidad.

El temporal retrasó no poco el cumplimiento de aquel plan de higiene moral, impuesto suavemente por don Fermín a su querida amiga. Ana aborrecía el lodo y la humedad; le crispaba los nervios la frialdad de la calle húmeda y sucia, y apenas salía del sombrío caserón de los Ozores.

Las expulsiones de judíos y moriscos por la intolerancia religiosa; la Inquisición con el miedo que inspiraba; las continuas guerras en el exterior; la emigración a América con la esperanza de enriquecerse sin trabajo; el hambre, la falta de higiene, el abandono de los campos, habían realizado esta rápida despoblación.

Palabra del Dia

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