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Actualizado: 30 de abril de 2025


Advertimos en él, en medio de cierta pesadez letárgica, mayor fuerza y salud. La sangre hierve, circulando activamente por las venas y latiendo con inusitado brío en las sienes; las mejillas se inflaman; los labios se secan y los ojos brillan suavemente como las luces encendidas en los dormitorios. La condesa llevó una mano á la frente y separó un poco los rizos que le caían.

El mal de España había sido no descansar hasta la vejez. Nuestro país es por su historia algo semejante a una olla que hierve siglos y siglos sin que nadie la aparte del fuego para que se enfríe su contenido. Los grandes pueblos de Europa, después del hervor fundente durante el cual se mezclaron sus razas y se borraron sus antagonismos, pudieron descansar en la paz.

SALMONETES CON TOMATE. Se preparan y limpian como todos; se fríen aparte, se hace una salsa de tomate, se vierte sobre el salmonete, se hierve un poco todo junto, y se sirve. OTRA FÓRMULA. Limpios y sazonados se colocan en una besuguera; se cubren con salsa de tomate, pan molido y perejil, se riegan con aceite fino y mantequilla, se ponen al horno hasta que se hallen en su punto.

Pero, para que me amara, ha sido necesario que Marta pereciera y que yo me perdiera en un abismo de crimen y de vergüenza, del cual ningún poder del Cielo ni de la tierra podría arrancarme. Estoy muerta; muertos también deben estar mis deseos y mis esperanzas; y a mi sangre que se rebela, hierve y se agita cuando pienso en él, sabré calmarla por fuerza, si no...

Eso no es hablar ni del mundo, ni del hombre; eso es hablar de Dios, de un Dios grande, inmenso, prodigioso, guardado por un velo, recatado por una nube, porque se habla de un Dios incomprensible por su grandeza, por su excelsitud, por su gloria, por su maravilla, por su poder; un Dios que no es tan Dios por lo que de él se sabe, como por todo lo que se ignora; un Dios que es menos Dios por su magnificencia que por sus arcanos; menos por la luz que hierve en la esfera del astro, que por la sombra que pone el poeta alrededor de su trono, aquella sombra que es el arte infinito de la eternidad.

Otros no eran ya más que esqueletos en una playa desierta, descarnados por los pájaros de presa, mondados hasta el tuétano por los infinitos enjambres de la selva tórrida, donde todo se mueve y hierve con vida devoradora, blanqueados y secados por el fuego del sol hasta convertirse en frágil cal.

Toda mi sangre se subleva y hierve al pensarlo. El interrogar a unos y a otros es una investigación repugnante y odiosa, para la que, hasta ahora, me había faltado valor. Ayer, sin embargo, Lacante, alarmado por esta tristeza que altera mi salud, me ha obligado cariñosamente a abrirle mi corazón y ha tratado de tranquilizarme.

Parecía el alarido de un gran caldero que hierve: no hay poesía terrorífica capaz de parangonarse con aquella prosa. Continuamente, continuamente el mismo tono: ¡Oh! ¡oh! ¡oh! ó ¡uh! ¡uh! ¡uh! Como habitábamos en la misma playa, éramos más que espectadores de la escena: constituíamos una parte de ella.

Pero, en el día, ni las boticas ni las tabernas han acabado, y todo lugar, por pequeño que sea, pulula, hierve en casinos. Cada bandería, cada matiz político tiene el suyo. Hay casino conservador, casino radical, casino carlista, casino socialista y casino republicano. Las infelices mujeres se quedan solas. ¡No cómo hay mujer que sea liberal!

El señor Vicente irritábase contra esta imposibilidad de olvidar por unos instantes los asuntos del alma y las grandezas del cielo. Dicen que pienso demasiado, señor de Maltrana, y tal vez tengan razón. Hay noches en que la cabeza parece que me hierve, y no puedo dormir. El Malo me martiriza con imágenes infames.

Palabra del Dia

ciencuenta

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