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Llegó el día de apartarme de la mejor vida que hallo haber pasado. Dios sabe lo que sentí el dejar tantos amigos y apasionados, que eran sin número. Vendí lo poco que tenía, de secreto, para el camino, y con ayuda de unos embustes hice hasta seiscientos reales.

32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de [la] tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, y yo me aunque fui el marido de ellos, dijo el SE

De mi parte hice lo mejor que pude todo lo que me pareció que podía conducir a satisfacer su deseo; le prometí que nada sería cambiado entre nosotros y le juré conservarme fiel a sentimientos mal expresados, era posible, pero demasiado evidentes para que acerca de ellos pudiera abrigar la menor duda. Por primera vez tuve serenidad, audacia, y logré mentir y ser creído.

Hanme dicho que lo hice valerosamente; lo que decir a vuestra merced es que es fama en este pueblo que no hay gente más mala que las placeras, porque todas son desvergonzadas, desalmadas y atrevidas, y yo así lo creo, por las que he visto en otros pueblos.

Tomé en el acto mi billete e hice transportar a bordo mi equipaje, felicitándome de tener el tiempo suficiente para ir a una de las próximas estaciones del canal y poder apreciar por mis ojos la marcha de las obras y el porvenir de la empresa. Pagué mi cuenta al infame mulatillo, y cuando me encontré a bordo, en un vapor pequeño e incómodo, creí que entraba solemnemente en el paraíso.

Sobre ser inconveniente, es de mal gusto y hasta cruel, lo que hice. Procedí como un necio y me pesa de ello: créalo usted. Lucía, levantando el rostro, le miraba. El resplandor de la lumbre doraba su cabello castaño, y teñía de rosa toda su carne: brillábanle los ojos, que alzaba, obligada por la postura.

Al fin, animado con este aplauso, estréneme como poeta en un romancico, y luego hice un entremés, y no pareció mal. Atrevíme a una comedia, y porque no escapase de ser divina cosa, la hice de Nuestra Señora del Rosario. Estaba viento en popa con estas cosas, rico y próspero, y tal, que casi aspiraba ya a ser autor.

Al salir el sol me hice á la vela con NO bonancible, y á las nueve y media varé sobre el bajo grande, frente á los arroyos. A las tres de la tarde con dos espias salí á la canal, y fondo en 7 brazas, por estar calma, y ser la corriente contraria.

Una vez en casa, arreglé mis cuentas de la semana y mandé que me prepararan un grog. Esa fue toda la fiesta que hice. Al día siguiente, llega Lotario Pütz, de uniforme. Siempre de servicio, muchacho? le pregunto. Mi dimisión no ha sido aceptada todavía responde mirándome con ojos atravesados, como si yo fuera la causa de todas sus desgracias.

La única virtud á que podía haberme aferrado, y á la que me aferré fuertemente hasta la última extremidad, ha sido la verdad; en todas las circunstancias lo hice, excepto cuando se trató de tu bien, de tu vida, de tu reputación; entonces consentí en el engaño.