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Actualizado: 19 de julio de 2025


Conocía su triste situación, y no se atormentaba por ello. Se diría que había olvidado Madrid. Estaba conforme en pasar en Villafría la vida entera. Antecedentes y pormenores indispensables aunque enojosos Desde la muerte del marqués habían transcurrido doce años. Doña Luz tenía veintisiete y estaba hermosísima: mucho mejor que de quince.

La gran dama, que en Of, Tebas o Dióspolis Magna, se enamoró del hijo predilecto de Jacob, debió ser hermosísima; sólo así se concibe que asegure el Santo ser mayor prodigio el que Josef no ardiera, que el que los tres mancebos, que hizo poner Nabucodonosor en el horno candente, no se redujesen a cenizas.

Lucía permaneció al lado de Clara hasta más tarde. También se quedó con ella el Comendador. Juntos y solos volvieron ambos á la casa. La noche estaba hermosísima, la calle silenciosa y solitaria, el ambiente tibio y perfumado, el, cielo lleno de estrellas y sin luna. Lucía iba callada, contenta, pensado en la ventura de su amiga. No estaba D. Fadrique menos soñador é imaginativo.

¿Y para qué quiero yo vivir dijo el joven con profundísima amargura , si vos no me amáis? ¿si al casaros conmigo habéis hecho un doloroso sacrificio por su majestad? ¡Y esa comedianta! exclamó doña Clara con acento seco y rápido, acercándose más al joven. ¡Dorotea! , esa hermosísima Dorotea, con quien habéis pasado el día. ¿Si yo os pruebo que no amo á esa mujer...?

La hermosa, la hermosísima hija, digo, si en los dos años que no la veo no la han dado viruelas, la matadora de corazones, engendrada por el buen Ignacio Soldevilla. ¿Y dónde está su padre? En Nápoles con el duque de Osuna. ¡Ah! ¡diablo! ¡diablo! paréceme que si los muchachos se quieren, podremos tener boda; pero maravíllame que doña Clara, que no le ha conocido hasta esta noche...

Y ella... ella levantó al fin los ojos. Su semblante no mostraba más expresión que la del respeto, la del agradecimiento: era la misma niña de seis años antes, pero hermosa, hermosísima, con un traje de seda, en una habitación amueblada con gusto y confiada y tranquila a mi lado, como si se hubiera tratado de su padre.

Está situada en un valle fértil, limitado de un lado por la cordillera de la costa, y del otro por la majestuosa cordillera andina, con sus picos perpetuamente cubiertos de nieve. El clima de Santiago no tiene superior en todo el mundo, siendo el promedio de la temperatura tal, que no se siente ni mucho frío ni mucho calor. Es hermosísima la ciudad, con sus muchas avenidas largas y anchas.

Decíase que entre las actrices las había de hermosísima voz, pero de figura más hermosa todavía y si se ha de dar crédito á murmuraciones, su amabilidad estaba por encima aun de la voz y la figura. A las siete y media de la noche ya no había billetes ni para el mismo P. Salví moribundo, y los de la entrada general formaban larguísima cola.

Serafina era la que más abusaba de la escritura. En una hermosísima letra inglesa, escribía pliegos y pliegos de literatura políglota; inglés, a veces, para las cosas más difíciles de decir, y que se quedaban sin entender si no acudían Körner o Marta a traducirlas; italiano a menudo, y por lo común español.

Como Isidora siempre trataba de encontrar armonías entre su estado moral y la Naturaleza, la hermosísima retirada y apagamiento del día no eran extraños al occidente que había en su alma. Los destellos de oro fundido iban palideciendo poco a poco, o se hundían dejando tras un rastro pálido y verdoso.

Palabra del Dia

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