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Actualizado: 8 de julio de 2025


Sus cartas estaban llenas de noticias sóbrela actitud de Clementina, sobre sus palabras, sobre la gracia y la bondad de Herminia. Roussel respondía dando instrucciones á su hijo y recomendándole prudencia y, sobre todo, discreción. Jamás se permitía una palabra desagradable respecto de su enemiga; nunca una crítica amarga.

Piensa que tienes el porvenir delante de ti, ¡y qué porvenir! ¡Herminia sin la señorita Guichard! Porque, después de semejante barrabasada, estarás en tu derecho tomando precauciones, y la primera.... Consistirá en separar á Herminia de ese monstruo de maldad. ¡Ah! ¡Ah! dijo Roussel.

"Antiguo rencor" había dicho Mauricio hablando de los disentimientos que dividían hacía veinte años al señor Roussel y á la señorita Guichard. Hubiera podido añadir "rencor de amor", porque si la tía de Herminia odiaba tan ardientemente al tutor de Mauricio, era por haberle amado demasiado.

No es esto ciertamente lo que la señorita Guichard esperaba; luego es preciso prevenirla." Fortunato atravesó el jardín con paso tranquilo y entró en el salón de baile; Bobart le siguió y al llegar á la puerta vió que llamaba á Mauricio y Herminia y les daba explicaciones que los jóvenes escuchaban con extraordinaria atención.

He pensado que, después de todo, ese muchacho tenía el derecho de amar á quien quisiera y me he resignado con tu sobrina. Mis informes han sido muy favorables á Herminia, debo confesarlo; he cambiado de modo de pensar y me he arrepentido de mi conducta con Mauricio.

Dejemos estas explicaciones para después; sabes que puedes contar con mi afección ... ¡No te abandonaré jamás! Herminia ahogó un suspiro. La perspectiva de no dejar nunca á la señorita Guichard no era á propósito para tranquilizarla.

Bien sabes que os profeso una antigua afección ... En resumen, la adopción de Herminia ha destruído las esperanzas que tu hijo podía abrigar respecto de mi herencia, y hace mucho tiempo que he resuelto reparar este perjuicio que os causaba. En mi testamento he asegurado doscientos mil francos á tu oficial de húsares ... Esto le consolará ...

Apenas Fortunato y Clementina tuvieron tiempo de advertir la molestia de encontrarse juntos, porque enseguida entraron Herminia y Mauricio. No fué necesaria presentación alguna. Al ver á Roussel, el novio gritó: ¡Mi padrino! Y enseguida Herminia añadió en una exclamación de alegría: ¡Qué dicha!

No lo ha conseguido esta vez, poro volverá á empezar hasta que en una ocasión más favorable.... ¿Podrá encontrarla? La hará nacer, como hoy. Entonces ¿qué va á pasar? ¿Tienes confianza en , Herminia? Absoluta. ¿Crees que mi único deseo, fuera de toda consideración extraña á nosotros, es nuestra propia dicha? Lo creo.

Había renunciado al mundo y llorando su perdido porvenir se había consagrado á la educación de Herminia, su hija adoptiva, que era la sola alegría de su soledad.

Palabra del Dia

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