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Actualizado: 27 de julio de 2025


Lo poético de aquellos libros me tenía hechizado, pero no cautivo. Mi fantasía se exaltó con tales lecturas, pero mi frío corazón siguió en libertad y mi seco espíritu se atuvo á la razón severa.

Un día que delante de éste se le escapó llamarle de , ¡Jesucristo, lo colorada que se puso la buena señora! Mario estaba hechizado; la adoraba. Pocos meses después acaeció un cambio en la política. Cayó el ministerio y se formó otro nuevo.

El fanático don Pedro Antonio de Castro y Andrade, conde de Lemos, marqués de Sarria y de Gátiva y duque de Taratifanco, que cifraba su orgullo en descender de San Francisco de Borja, y que, a estar en sus manos, como él decía, habría fundado en cada calle de Lima un colegio de Jesuítas, apenas fué proclamado en Lima como representante de Carlos II el Hechizado, se dirigió a Puno con gran aparato de fuerza y aprehendió a Salcedo.

El duque, su padre, cuyas relaciones con la Amparo eran cada día más públicas y descaradas, llevó su cinismo o su servidumbre humillante hasta traerla a su palacio y hacer vida marital con ella. No se hablaba de otra cosa en la alta sociedad madrileña. Todo el mundo consideraba que Salabert tenía perturbado el cerebro, por no decir, como en otro tiempo, que estaba hechizado por su querida.

Viendo D. Luis que no había remedio, mitigó el enojo, se armó de paciencia y, ya con acento menos cruel, exclamó: Di lo que tengas que decir. Tengo que decir prosiguió Antoñona , que lo que estás maquinando contra mi niña es una maldad. Te estás portando como un tuno. La has hechizado; le has dado un bebedizo maligno. Aquel angelito se va a morir. No come, ni duerme, ni sosiega por culpa tuya.

Hasta qué punto podían trastornar la inteligencia del adulto los terrores teológicos, implantados en el espíritu del niño colonial por los frailes españoles, lo sabemos por la historia de las guerras de religión; y hasta qué punto podían aplastar literalmente a los espíritus débiles de los indios y de los mestizos podemos inferirlo de las estadísticas de los manicomios, y por el augusto caso de aquel pobre Carlos II el Hechizado, que, de miedo al diablo, dormía cubierto de reliquias, rociado con agua bendita y con un fraile a cada lado de su cama.

Desde que se ha dado La pata de cabra, ningún título de piezas teatrales me sorprende repuso la marquesa; y desde que se han representado la Lucrecia, Ángela, Antony y Carlos el Hechizado, no hay argumento que se me haga increíble. Como el teatro es la escuela de las costumbres dijo con ironía el general , lo ponen al nivel de las que quieren introducir.

Tomasuelo era listo, despejado y fuerte: el mozo más guapo del lugar; pero Nicolasa le había hechizado. Con un rayo de luz de sus ojos podía darle una dosis de aparente bienaventuranza que le durase una semana. Con una palabra sola podía hacerle llorar como si fuese un niño de cuatro años.

Caro le costaría a cualquier hombre que se atreviese a calificarla de tal en mi presencia. mismo te delatas. Esa vehemencia con que la defiendes me prueba más aún que la amas. Tal vez esa mujer te ha hechizado. La cosa es peor de lo que yo presumía. No es un capricho, es una verdadera pasión. Si la estimación y la amistad son pasiones, estoy apasionado de ella, lo confieso.

En fin, depuradas las cosas en el crisol de la verdad, la virtud de Paris con respecto á la opinion pública, seria una hipocresía, un fraude, un dolo, si no fuera un comercio hábil, una industria que participa de cierto hechizo para explotar al hechizado; ¡palaustre tambien! La conciencia se escribe y se suma: el guarismo mayor es el más moral. ¿No hay guarismo? Pues no hay nada.

Palabra del Dia

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