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Actualizado: 3 de junio de 2025


Salafranca reunía dotes de escritor de primer orden, pues además de estar muy versado en los idiomas del latín, griego, hebreo, francés e italiano, era grandísima su erudición en ciencias eclesiásticas, historia y bellas artes, y su estilo puro, correcto y de una sencillez elegante: fue académico cofundador de la Academia de la Historia: escribió muchas obras, entre las cuales solo citaremos las siguientes: Memorias eruditas para la crítica de artes y ciencias: se publicaron dos tomos y dejó manuscritos el tercero y cuarto.

En esta habitación había estudiado y escrito; aquí había ayunado y pasado las noches en vela, hasta quedar casi medio muerto de fatiga y debilidad; aquí se había esforzado en orar; aquí había padecido mil y mil tormentos y agonías. Allí estaba su Biblia, en el antiguo y rico hebreo, con Moisés y los Profetas que le hablaban constantemente, y resonando en toda ella la voz de Dios.

¿Y usted, Maltrana, es también de los que le creen judío? Yo no creo nada cuando faltan pruebas y sólo hay inducciones. Pero los que opinan así no se apoyan en el vacío. Aquel hombre extraordinario tenía todos los caracteres del antiguo hebreo: fervor religioso hasta el fanatismo; aficiones proféticas; facilidad de mezclar a Dios en los asuntos de dinero.

Hay sacrificios de jóvenes hermosas a los diéses invisibles del cielo, lo mismo que los hubo en Grecia, donde eran tantos a veces los sacrificios que no fue necesario hacer altar para la nueva ceremonia, porque el montón de cenizas de la última quema era tan alto que podían tender allí a las víctimas los sacrificadores; hubo sacrificios de hombres, como el del hebreo Abraham, que ató sobre los leños a Isaac su hijo, para matarlo con sus mismas manos, porque creyó oír voces del cielo que le mandaban clavar el cuchillo al hijo, cosa de tener satisfecho con esta sangre a su Dios; hubo sacrificios en masa, como los había en la Plaza Mayor, delante de los obispos y del rey, cuando la Inquisición de España quemaba a los hombres vivos, con mucho lujo de leña y de procesión, y veían la quema las señoras madrileñas desde los balcones.

Era el tal Isacar el hebreo mas vinagre que desde la cautividad de Babilonia se habia visto en Israel. ¿Qué es esto, dixo, perra Galilea? ¿con que no te basta con el señor inquisidor, que tambien ese chulo entra á la parte conmigo? Al decir esto saca un puñal buido que siempre llevaba en el cinto, y creyendo que su contrario no traía armas, se tira á él.

Sin necesidades ni aspiraciones, nacen, viven y mueren aquellos seres, yendo muchos de ellos á dormir el sueño eterno, sin conocer de la madre España más que los colores de su bandera, suponiendo, y suponer es, que la tengan todos los tribunales. En cuanto á entender el español en aquellos pueblos, sería tanto como hablarles en caldeo ó en hebreo.

Confuso el hebreo se vió precisado á declarar la verdad, y el juez mandó que le pusiesen atado á la piedra, sin comer ni beber, hasta que restituyese las quinientas onzas de plata que pagó al instante; yel esclavo Zadig y la piedra se grangeáron mucha reputacion en toda la Arabia. La hoguera.

12 Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en manos de ella, y huyó, y se salió fuera. 16 Y ella puso junto a la ropa de él, hasta que vino su señor a su casa. 17 Entonces le habló ella semejantes palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a para deshonrarme;

He estado en la guerra de Navarra, y volvía por Extremadura a buscar un puerto donde embarcarme para Cádiz, y de allí a mi tierra, que es Alemania. Perdí el camino, y he estado largo tiempo dando rodeos, hasta que por fin he llegado aquí enfermo, exánime y moribundo. Ya ve usted dijo la tía María al hermano Gabriel , que sus libros no están en hebreo, sino en la lengua de los cirujanos.

No, porque se han muerto; mas queda una ancha piedra sobre la qual se contó el dinero; y si gusta vuestra grandeza mandar que vayan á buscar la piedra, espero que ella dará testimonio de la verdad. Aquí nos quedarémos el hebreo y yo, hasta que llegue la piedra, que enviaré á buscar á costa de mi amo Setoc. Me place, dixo el juez; y paso á despachar otros asuntos.

Palabra del Dia

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