Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de abril de 2025
Habíais dudado de mí, señora dijo Montiño con acento de dulce reconvención. Habéis hecho mal, prevaliéndoos de la casualidad que puso entre mis manos esta joya. Perdone vuestra majestad... dijo el joven, y la dama no le dejó tiempo de concluir. ¡Mi majestad! exclamó con asombro, volviendo con terror el rostro á una puerta cubierta con un tapiz.
10 Vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo, mas ahora sois pueblo de Dios; que en el tiempo pasado no habíais alcanzado misericordia, mas ahora habéis ya alcanzado misericordia. 13 Sed pues sujetos a toda ordenación humana por Dios, ya sea a rey, como a superior, 14 y a a los gobernadores, como de él enviados para venganza de los malhechores, y para loor de los que hacen bien.
A la luz de quien le había abierto, reconocí á don Francisco de Quevedo, y como don Francisco de Quevedo es muy amigo del señor Juan Montiño, me dije: esperemos; por algo viene aquí don Francisco, que no acostumbra á perder el tiempo. Salió don Francisco y yo le seguí. Don Francisco se fué derecho á vuestra casa y llamó. Abriéronle y preguntó por vos. Dijéronle que habíais salido.
Hablaban de la «plaza vieja» de Madrid, donde sólo se conocieron toros y toreros de «verdad»; y aproximándose a los tiempos presentes, temblaban de emoción recordando al «negro». Este «negro» era Frascuelo. ¡Si hubieses visto aquéllo!... Pero entonces tú y los de tu época estabais mamando o no habíais nacido.
Naturalmente contestó la joven , habíais llegado antes que él, y quedaros cuando él se va es daros unos aires de dueño de casa a los que nada os ha autorizado, según creo. Es cierto contestó , os pido mil perdones; pero ya sabéis que el sentimiento no razona. Hacéis mal.
No esperaba veros más, sobrino. Creí que habíais muerto. Aun vivo, Eminencia, repuso el Conde sonriendo, e hizo ademán de besar la mano del Prelado, pero éste la retiró disimuladamente indicando con ella una butaca cercana. Tomó asiento el Conde, y después de unos instantes de embarazoso silencio, dijo: He llegado esta mañana, y creí de mi deber, antes que nada, saludar a vuestra Eminencia.
Hombre de años es ya, pero no viejo, respondió doña Guiomar, que aún no pasa de los cuarenta y cinco, y es uno de los capitanes más temidos y más respetados de los ejércitos de su majestad; lo que, y sus otras buenas cualidades, no es parte para que yo deje de aborrecerle y desee venganza contra él, y de tal manera, que si al fin ese amor que vos decís tenerme, y al que yo os digo correspondo cuanto corresponder puedo, llegase a sus buenos términos, yo no me desposaría con vos, si antes no me habíais vengado y libertado de ese hombre; que para que vos podáis estimarle en lo que vale, sabed se llama don Baltasar de Peralta, que ya por su buen ingenio, como por su valor, su nobleza y su hacienda, es en Sevilla de todos conocido y estimado.
Fué que érais una mujer ansiosa del mundo, de las disipaciones, de los placeres, de los amores galantes; una hermosísima criatura, poca alma y muchos sentidos; poco corazón, poca cabeza, y mucha vanidad; desde mi encierro escribí por vos... dijéronme que habíais huído del convento. Vióme un comediante en ocasión de ensayar una farsa á las monjas. ¿Comediante fué? Galán. ¿Se llama? Gutiérrez. ¡Ah!
Yo creí que tú sabrías dónde estaba, que os habíais marchado los dos sin decirme nada. ¿De manera que no sabes?... Yo no. ¿Cuándo hablaste tú con ella por última vez? El mismo día de llegar aquí; hace ocho días. Cuando tú te fuistes a comer a casa de la señora de Briones, Catalina, la monja y yo nos fuimos a la fonda.
Yo mismo no he podido conquistarme su confianza y obediencia; tuvieron como de costumbre su conciliábulo y los muy tercos, dirigidos por ese cabeza dura que ahí traéis, Simón Aluardo, resolvieron que habíais de ser vos y no otro quien los mandara. Pero vuestro plan era reforzar la Guardia con un centenar de reclutas, barón. ¿Dónde están?
Palabra del Dia
Otros Mirando