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Actualizado: 28 de octubre de 2025
Habíase operado, en efecto, en los gustos y las costumbres de Juana un cambio muy original y digno de estudio; en vez de consagrarse casi exclusivamente como antes, a los goces del alma y de la inteligencia, habíase despertado en ella un gusto demasiado exclusivo por los placeres físicos.
La manera de tratar la historia de Bolívar de los escritores europeos y americanos, conviene a San Martín y a otros de su clase. San Martín no fué caudillo popular; era realmente un general. Habíase educado en Europa y llegó a América, donde el Gobierno era el revolucionario, y pudo formar a sus anchas el ejército europeo, disciplinarlo y dar batallas regulares, según las reglas de la ciencia.
Embajador más tarde ante Carlos V, aunque por unas semanas, en rápida misión secreta, habíase enamorado y casado con una española, doña Bárbara de Aldao. De cuyo matrimonio naciera doña Mencía, la que fue segunda duquesa de Sandoval, por casarse con el primogénito de don Fernando y doña Brianda.
Juanito habíase metido en el piso bajo, donde reinaba gran algazara por estar reunidas las criadas de la casa con las de las familias invitadas. Amparito llevaba a remolque a su antiguo novio. Vamos a ver; ¿qué hacemos...? Podemos dar un paseo por la montaña.
Habíase con él desembarcado Alguna de la gente que venia En el navío á vueltas: un soldado, Por no sé que temor, de él se huia: Por engaño y palabras ya tornado, En dos partes por medio le partia, Y cuelga la mitad con la cabeza En un palo, y en otro la otra pieza. El piloto mayor, y marineros Al viento dan las velas, temerosos De ver aquestos locos desafueros, Y al Paraná se vienen recelosos.
Más sabio que nosotros y ya menos dichoso, Teobaldo era más grave, más reflexivo. Conocía el mundo; es decir, los pesares; nosotros no conocíamos más que nuestro mutuo afecto, la amistad y la dicha. »Una mañana, brillaba el bello sol de otoño, estábamos los tres en un extremo del parque, hablábamos familiarmente, y Carlos nunca habíase mostrado más gracioso y amable.
Sin embargo, al cabo de una semana el incidente habíase borrado de mi memoria y no me había vuelto a acordar más de él, hasta que este inesperado y extraño encuentro lo había renovado. ¿Sería posible que este monje, de cara bronceada por el sol, fuera el mismo hombre que tenía alquilado ese pequeño departamento en Florencia, y cuyas apariciones eran tan misteriosas y subrepticias?
Pero nosotros no pudimos saber lo que fue. Su lengua se negaba a articular una palabra más; el silencio de la muerte habíase apoderado de él. Así desapareció de este mundo, y así fue cómo yo me encontré ligado a una promesa que tenía la intención de cumplir, aun cuando él no nos había revelado su secreto, como nosotros confiadamente lo habíamos esperado.
En cuanto a ella, si no estuviese, por muchas razones, desencantada de los enamorados, no podría amar sino a un hombre maduro; y en seguida hacía de este hombre maduro a quien ella habría amado, un retrato severo y magistral, que desgraciadamente no se parecía a nadie. Una noche, a fines de agosto, Juana habíase retirado a su habitación para escribir a su madre antes de acostarse.
Habíase educado en un colegio de jesuitas, permaneciendo allí hasta los diez y ocho años, casi los que ahora representaba, aunque hubiese cumplido los veintitrés. Sus maestros le habían inculcado tan profundamente el sentimiento religioso, que apenas vivía más que para darle desahogo.
Palabra del Dia
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