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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Estos orígenes del teatro español son comparables á los cuadros del Campo-santo y de los Uffizzii, y á los de las iglesias de Florencia y de Colonia, que nos arrebatan, y no ceden en sencillez y gracia á las obras de Giotto, Juan de Fiesola y el maestro Guillermo.
De pesar de la muerte de tan buena mujer murió su marido Guillermo, dejando a su hija Marcela, muchacha y rica, en poder de un tío suyo sacerdote y beneficiado en nuestro lugar. Creció la niña con tanta belleza, que nos hacía acordar de la de su madre, que la tuvo muy grande; y, con todo esto, se juzgaba que le había de pasar la de la hija.
Mientras hablaban ambos nobles había recibido Guillermo el homenaje de otros recién llegados y oído con impaciencia las propuestas de algunos, por lo general aventureros, que ofrecían vender su espada y las reclamaciones de no pocos negociantes y armadores de la ciudad, perjudicados, según ellos, por los excesos de la soldadesca.
Y fue el primero la aparición de un extraño fenómeno a las puertas de Madrid, que vino a causar al marqués de Villamelón un pavor tan grande, como no lo causó nunca Catilina a las puertas de Roma, ni Mahomet II a las de Constantinopla, ni Isabel la Católica a las de Granada, ni Guillermo I a las de París. ¡La trichina!...
El sitio donde ahora nos dirijimos, es sobradamente pintoresco para excitar el interes y la curiosidad: vamos á trasladarnos á la renombrada y poética Suiza, al suelo donde vive la libertad, á la patria de Guillermo Tell.
La biografía más extensa de Sarmiento es la publicada en 1901 por J. Guillermo Guerra, en Santiago de Chile. Una sinopsis de la misma fué hecha por A. B. S. y repartida en Buenos Aires por la Comisión Nacional del primer centenario de Sarmiento. BIBLIOGRAFÍA. Sarmiento ha sido el más fecundo de nuestros escritores.
¡El diablo me lleve, dijo por fin Burley, si al frente de esos caballos no ondea el estandarte con la doble águila de Duguesclín! Así es, dijo el de Angus, y con él los caballeros franceses alistados en Bretaña y Anjou. Cuatro mil jinetes lo menos, repuso Guillermo Fenton. Y allí veo al gran Bertrán en persona, junto á su bandera.
Mi tío Guillermo solía decir, y lo sentaba como máxima invariable, que nadie debe pasar por París sin detenerse allí veinticuatro horas. Y yo, con el respeto debido a la madura experiencia de mi tío, me instalé en el Hotel Continental de aquella ciudad, resuelto a pasar allí un día y una noche, camino del... Tirol.
Entonces un hombre se atravesó en mi camino, y después, inclinando la cabeza sobre el pecho, pronunció el nombre de Cornelia. Era Guillermo, y el Cielo me permitió darle algunos consuelos; porque la voz de los desgraciados llega fácilmente al corazón de los desgraciados y se dice que los que han sufrido mucho conocen palabras para calmar el dolor. Conversamos largo rato.
Un cuadro al óleo y algunos frescos relativos á la muerte de Gessler y á los hechos de Guillermo, son todo lo que hay interesante. Fué allí donde Guillermo, despues de su escapada en el lago de Urí, esperó á Gessler, oculto en el bosque, y le disparó la flecha certera que libró á la patria de su tirano.
Palabra del Dia
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