Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 21 de junio de 2025


Una hora después tomaban asiento en torno de la bien servida mesa los tres nobles guerreros y las damas de Duguesclín y Rochefort, alegre y amable esta última y mucho más joven que su dueño y señor; otros dos huéspedes del senescal eran Amaury de Monticourt, de la orden de los Hospitalarios y Otón Reiter, caballero bohemio de gran fama, y también tomaron asiento con sus señores cuatro escuderos franceses, los dos de Morel, Roger y Gualtero y el capellán de la fortaleza.

Norbury era un joven alto y seco, que cabalgaba erguido y sin mirar á derecha ni izquierda, como muy conocedor de la ciudad, donde ya había estado pocos años antes; pero Gualtero y Roger, llenos de curiosidad, lo escudriñaban todo, paseantes, calles, edificios y blasones, llamándose mutuamente la atención á cada instante hacia cuanto les rodeaba.

, Gualtero y el sargento Simón me acompañaréis, y también otro arquero que Simón elija para que cuide de mis armas y arnés, dispuso el barón.

Dió con desesperación algunas brazadas más y un grito de júbilo de cuantos estaban en tierra le anunció que había salido de la peligrosa corriente y llegado á un tranquilo remanso allí formado por una proyección del terreno. Momentos después caía en su diestra mano la extremidad del cinto de Gualtero, al que había anudado éste los de algunos otros escuderos.

Veo que os gustan, dijo el artista al notar la expresión de grata sorpresa reflejada en los semblantes de ambos hidalgos. Lo cual me prueba que no faltan ingleses capaces de apreciar tales fruslerías. Nunca lo hubiera creído posible, exclamó Roger. ¡Qué colorido, qué perfilado! Admira, Gualtero, este Martirio de San Esteban; no parece sino que ó yo podríamos coger esas piedras ahí pintadas.

Por ejemplo, si estuviéramos en Francia diría yo ahora á Gualtero que se dirigiese al galope hacia aquel caballero que allí viene y que después de saludarlo en mi nombre lo invitase á cruzar conmigo la espada. Pues no se llevaría mal susto el infeliz, exclamó Gualtero, que miraba atentamente al desconocido.

Gualtero y Roger tomaron asiento entre Reno y Simón, sin que su llegada acallara por un momento el bullicio. ¡Cerveza ó vino, camaradas! gritó Simón. Que elija cada cual y no me vengáis con arrumacos, porque la mezcla emborracha y ha de ser una cosa ú otra. Aquí está tu cubilete, Rubén, rebosando vino generoso. ¿Sabéis la noticia, barbilindos? No. ¿Qué es ello? dijeron ambos escuderos.

Te voy á dar la lista completa de los hombres que con ella han hablado en estos dos meses: y nuestro camarada Gualtero de Pleyel, el padre Cristóbal, del priorato, el pajecillo Rubín y yo. ¿Sabes de algún otro? No por cierto, respondió Roger; y ambos apuestos jóvenes siguieron cabalgando en silencio hasta llegar al castillo.

Rezaba el joven sus oraciones cuando oyó un discreto golpe dado á la puerta y casi en seguida entró Gualtero con un candil, pálido el rostro y temblorosas las manos. ¿Qué ocurre, amigo? le preguntó prontamente Roger. Apenas qué decirte. Me asaltan los más tristes presentimientos y tiemblo sin saber por qué. ¿Te acuerdas de Tita, la hija del artista de Burdeos?

Las piedras están también en las cofas, y los arqueros se encargarán de aplastar con ellas á cuanto grupo de piratas se les ponga á tiro. Enviadles á más de las piedras cualquier otro objeto pesado que tengáis á bordo, dispuso el barón. Pues en tal caso lo mejor será izarles á Sir Oliver, apuntó Gualtero.

Palabra del Dia

lanterna

Otros Mirando