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Por graves delitos cometidos en una vida inquieta y turbulenta, fué condenado por la justicia á severísimas penas, D. Bernardino de Córdoba y Roelas, caballero sevillano que tenía en la ciudad muchos deudos y amigos y á más estaba emparentado con personas de significación y categoría.

En vez de ella, sólo halló glacial indiferencia: esto, unido a la catástrofe de su matrimonio, le había obligado a retirarse de nuevo a Peñascosa «rabo entre piernascomo decían pintorescamente los graves biógrafos.

Dixo Mercurio: quiero que me nombres Desta turba gentil, pues tu lo sabes, La alteza de su ingenio con los nombres. Yo respondi: de los que son mas graves Diré lo que supiere, por moverte A que ante Apolo su valor alabes. El escuchó. Yo dixe desta suerte. Colgado estaba de mi antigua boca El dios hablante; pero entonces mudo, Que al que escucha, el guardar silencio toca.

En primer lugar, una curiosidad vivaz y ardiente; luego, la idea de que cada hora de marcha me alejaba tres de la patria; y arriba de los estremecimientos del cuerpo por los martirios físicos que entreveía, graves preocupaciones que respondían a mi posición oficial, que no tienen nada que ver con estas páginas íntimas.

Ya dije que el Delfín prometió pensarlo; mas esto significaba sin duda la necesidad que todos sentimos de no aparecer sin voluntad propia en los casos graves; en otros términos, su amor propio, que le gobernaba más que la conciencia, le exigía, ya que no una elección libre, el simulacro de ella.

Todos tenían los ojos puestos en ella, mostrando gran satisfacción de verse tan honrados. Si no era una mi prima, Si no era una mi hermana. Y cantaban las voces graves en seguida, bien enteradas de todo: ¡Ay, del marido pedida! ¡Ay, del marido velada! Pedro dijo en voz baja la condesa, ¿cómo eres tan quimerista?

Don Baltasar es muy suave, pero eso no quita, no, señor; don Baltasar conspiraba... Y si no, ¿por qué andaban hoy en palacio tan graves y tan cariacontecidos el conde de Olivares y el duque de Uceda sin poder entrar en la cámara del rey? ¿Y por qué estaba tan alegre el duque?

Se quedó como quien ve visiones. ¡Sería posible que una chica tan hermosa y discreta se uniera a este mocoso y le dejase a él, que al fin y al cabo era un hombre, entregado a la desesperación! La verdad es que había motivo para graves y dolorosas reflexiones.

Estos modos de administrarle y estas dósis convienen especialmente cuando se le emplea como abortivo y en las fiebres graves, ó como escitante momentáneo y perturbador. Rara vez se ha recurrido á atenuaciones mas altas que la tercera, y precisamente ha sido en casos muy especiales, que no estamos en estado de particularizar, pero que se observan con preferencia en sugetos irritables.

Dádmela vos por traslado, que otras más graves reales órdenes se han dado sin que lo sepa su majestad. El duque, dominado por Quevedo y por la situación, se sentó en la mesa, escribió, firmó, leyó lo que había escrito á Quevedo y luego dobló el papel, le puso un sobre y le selló y le sobrescribió. Beso á vuecencia las manos y le doy las gracias dijo Quevedo tomando el pliego.