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Actualizado: 3 de junio de 2025
Al recorrer sus laberintos de arrayanes simétricamente recortados, sus tupidos bosquecillos de naranjos y granados, sus vastas aglomeraciones de arbustos y plantas en flor, tan brillantes como artísticas en unos sitios, tan graciosamente desiguales en otros, y al penetrar en todos los santuarios de verdura que pueblan el recinto, se cree uno como trasportado á los edenes orientales.
Mateu, dulce, tímido, con su perilla rubia, que parece una perilla de teatro, padeció a Losada, el músico orangután, la bestia lírica que tenía un gran talento , y a Granados, la bestia jurídica, que tras de un discurso leguleyo con considerandos y resultandos, acababa por pedir cero cincuenta. La gente, por no oír su oración forense, más aburrida que un artículo de fondo, le daba el dinero.
Aquellas mujeres de mirada ardiente y sonrisa seductora; aquellos vestidos, pintorescos unos, otros ampulosos y atrevidos; aquellas capas flotantes, que acompañan infaliblemente en sus horas de pereza al Español; los ecos lejanos de instrumentos que convidan al placer; los vastos jardines que se extienden allí hacia el Jenil, cuajados de jazmines, granados, rosas y claveles, cuyos aromas embriagan positivamente; las brisas tibias que alegran el corazon, y varios incidentes que llaman la atención en las costumbres: todo parece dar la idea de los amores ardientes, de las pasiones vigorosas, del abandono y la voluptuosidad del oriental.
Anton Calero y Antonio de Villegas autores de comedias citados en un asiento de 14 de Junio de 1604 . Antonio de Granados autor de comedias cobró 700 ducados por dos autos de representación que hizo en las fiestas del Corpus. Libramientos de 7 de Mayo y 17 Diciembre de 1605 y acuerdo capitular de 22 de Marzo . Melchor de León autor de comedias citado en el Lib. de Propios, 18 Mayo 1606.
9 y tu paladar como el buen vino, que se entra a mi amado suavemente, y hace hablar los labios de los que duermen. 11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas. 12 Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si florecen las vides, si se abre el cierne, si han florecido los granados; allí te daré mis amores.
Son blancos en los álamos y en los sauces, rojos en los granados, rubios como mis cabellos en la copa de las verdes encinas, de color violeta en las ramas de los limoneros. ¿De qué color serán dentro de seis meses? No pensemos en eso.
Aquellas buenas gentes, digo, unas subían a las más altas crestas de los montes, para divertir los ojos en la sosegada llanura del mar, que allá al lejos se parecía; otras se entraban por entre las arboledas y frutales de tanto huerto y jardín como cercaban la aldea, y aquí o allá grupos de mancebos granados o muchachos de corta edad se entretenían en jugar al mallo y en tirar la barra, o en soltar al aire pintadas pandorgas con la mayor alegría del mundo.
Los grupos de esas poblaciones hacen un juego muy gracioso con las arboledas en fila que indican el curso de los caminos y riachuelos y el deslinde de las heredades, con las plantaciones de cereales, de moreras, naranjos, avellanos, limoneros, granados, olivos, almendros y otros muchos frutales, y con las mil casas campestres y los primorosos cármenes del paraíso granadino.
Y dos fuentes, la de Alfaguar y la Encantada, parten y reparten sus aguas en una red de plata que se esparce y refulge por la llanura. Espaciosos cuadros de hortalizas ensamblan con plantaciones de viñedos; junto a los granados se enhiestan los almendros. Y los anchos y redondos nogales ponen con su penumbra, sobre el verde claro de la alfalfa, grandes círculos de azulado verdoso.
El camino desciende en empinados recuestos, culebrea entre rapadas lomas, toca en un huertecillo de granados, se acosta a un plantel de oliveras, empareja con un azarbe de aguas tranquilas, pasa rozando el cubo de un molino, entra, por fin, en las huertas frescas y amenas de Elda.
Palabra del Dia
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