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Este elocuente discurso provocó muchos aplausos entre los socios, particularmente los viejos, los cuales en las primeras elecciones de cargos derrotaron a Miguel, nombrando en su lugar al joven tradicionalista. Tanto como a Miguel le aburrían los discursos hueros y ampulosos que se pronunciaban en el salón de sesiones, tanto le agradaban a su antiguo amigo y condiscípulo Mendoza y Pimentel.

Es curioso ver el contraste que forman allí los acicalados dandys ingleses con los paisanos berneses, y los vestidos encantadores de las hijas del país, llenos de gracia, candor y originalidad, con los ampulosos y espléndidos trajes de seda ó de ricos linones que arrastran allí las leonas de Lóndres y Paris, barriendo el suelo con sus colas pontificales, y ofreciendo al viento de los nevados solitarios materia para trabajar con brio en las monumentales crinolinas.

Por una parte hacían juego los hombres de buena sociedad, con sus ámplias capas de vueltas de terciopelo y borlas flotantes y sus sombreros de fieltro, llamados en España chambergos, cuando no vestidos con el paltó francés y el sombrero negro de alta copa bautizado en Madrid con el apodo ultrajante de hongo; mientras que las damas elegantes arrastraban sus ampulosos trajes de luciente seda, exagerados de por , sin perjuicio de la crinolina, esa peste de todas las concurrencias, y ostentaban sus graciosos peinados y lujosas cabelleras, sin mas adorno que una flor natural, ó cubiertas con una cofia de lana calada de colores, ó el pañuelo de seda en barbiquejo.

Aquellas mujeres de mirada ardiente y sonrisa seductora; aquellos vestidos, pintorescos unos, otros ampulosos y atrevidos; aquellas capas flotantes, que acompañan infaliblemente en sus horas de pereza al Español; los ecos lejanos de instrumentos que convidan al placer; los vastos jardines que se extienden allí hacia el Jenil, cuajados de jazmines, granados, rosas y claveles, cuyos aromas embriagan positivamente; las brisas tibias que alegran el corazon, y varios incidentes que llaman la atención en las costumbres: todo parece dar la idea de los amores ardientes, de las pasiones vigorosas, del abandono y la voluptuosidad del oriental.

De sobra hay en cualquiera otro país oradores tan huecos, tan palabreros, tan difusos y tan ampulosos como los que en España puedan ser más tildados de tener dichos defectos. Lo que no hay de sobra en parte alguna es la facilidad, el primor, la elegancia y el arrebato poderoso de no pocos de nuestros oradores.

No siempre han evitado los dos falsos derroteros mencionados, y aparecen obscuros y ampulosos, por ser incompatible la verdadera claridad con lo que escapa á toda determinación, ó empleando alegorías enigmáticas é inflexibles, opuestas á la genuina poesía.