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Actualizado: 23 de junio de 2025
Cuando estos ulmenes aparecen en las grandes concurrencias de sus indios y caciques subalternos, van precedidos de varios indios músicos que les tocan unas flautas muy lúgubres, cornetas, y arcos de cuerdas que hieren con otras, á manera de las que usan los negros, y á su retaguardia los esclavos que tienen hechos de todas clases en sus guerras.
Reconociendo, de tal manera, en la selección y la predominancia de los mejor dotados una necesidad de todo progreso, excluye de esa ley universal de la vida, al sancionarla en el orden de la sociedad, el efecto de humillación y de dolor que es, en las concurrencias de la Naturaleza y en las de las otras organizaciones sociales, el duro lote del vencido. «La gran ley de la selección natural ha dicho luminosamente Fouillée continuará realizándose en el seno de las sociedades humanas, sólo que ella se realizará de más en más por vía de libertad». El carácter odioso de las aristocracias tradicionales se originaba de que ellas eran injustas, por su fundamento, y opresoras, por cuanto su autoridad era una imposición.
Ultimamente, existiendo desde el año 1246 alguna discordia entre el obispo y cabildo de una parte, y la ciudad con el clero de las parroquias de otra, sobre algunos artículos de concurrencias, diezmos y modo de dividirlos, inmunidad eclesiástica y otros puntos, el Papa Inocencio IV comisionó para ajustarlos al cardenal D. Egidio de Torres, y este por medio de un subdelegado consiguió la concordia, que aprobó S. S. á 11 de junio de 1250.
Su carácter feroz y vengativo, hace que jamas perdonen el agravio, y para no olvidarlo, en todas sus concurrencias y parlamentos se refieren aquellos acontecimientos con llantos y renovados duelos, y pasan á sus hijos y descendientes el mas serio encargo de sus venganzas, que duran tanto como las familias de agresores agraviados.
Por una parte hacían juego los hombres de buena sociedad, con sus ámplias capas de vueltas de terciopelo y borlas flotantes y sus sombreros de fieltro, llamados en España chambergos, cuando no vestidos con el paltó francés y el sombrero negro de alta copa bautizado en Madrid con el apodo ultrajante de hongo; mientras que las damas elegantes arrastraban sus ampulosos trajes de luciente seda, exagerados de por sí, sin perjuicio de la crinolina, esa peste de todas las concurrencias, y ostentaban sus graciosos peinados y lujosas cabelleras, sin mas adorno que una flor natural, ó cubiertas con una cofia de lana calada de colores, ó el pañuelo de seda en barbiquejo.
Sea porque el carácter aleman exíja la sencillez en todo, sea por la influencia que ejerce la grande afluencia de extranjeros, ó por virtud de las instituciones, en el gran-ducado de Báden la autoridad «no brilla en los lugares públicos sino por su ausencia.» En las grandes concurrencias de todo género el órden se mantiene sin necesidad de que los gendarmas ostenten su intervencion; jamas se ve un uniforme entre los funcionarios de la policía; y aunque el Estado tiene su pequeño ejército permanente y su milicia popular, no se sabe, al recorrer las calles de las ciudades, dónde se encuentran los soldados.
Palabra del Dia
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