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Actualizado: 19 de junio de 2025
Todo lo dejo yo respondió María por venir a ver esa cara tuya, que me tiene hechizada, y esas orejas que te envidia Golondrina. Oyes, ¿sabes por qué tenéis vosotros las orejas tan largas? Cuando padre Adán se halló en el paraíso con tanto animal, les dio a cada cual su nombre; a los de tu especie los nombró borricos.
Momo llevó a la cocina, punto de reunión de toda la familia, una buena provisión de panes grandes y blancos, unas alforjas y la manta de su padre. En seguida desapareció llevando del diestro a Golondrina. Dolores volvió a cerrar la puerta, y se reunió en la cocina con su marido y con su madre. ¿Me traes le dijo el jabón y el almidón? Aquí viene. ¿Y mi lino? preguntó la madre.
Al día siguiente, caminaba la tía María hacia la habitación de la enferma, en compañía de Stein y de Momo, escudero pedestre de su abuela, la cual iba montada en la formal Golondrina, que siempre servicial, mansa y dócil, caminaba derecha, con la cabeza caída y las orejas gachas, sin hacer un solo movimiento espontáneo, excepto si se encontraba con un cardo, su homónimo, al alcance de su hocico.
Vamos a ver si te callas, Golondrina; no hay que gritar tanto por un arañazo, dijo uno de los hombres soltando una brutal carcajada. Despachemos antes que pase gente por la carretera, añadió el otro hombre. ¿Qué haremos de esta mujer? preguntó el que tenía sujeta a Polonia. Atarle las manos a la espalda, ponerle una mordaza y dejarla para que vaya a contarle a su amo lo que voy a decirle.
Y no es eso lo peor, sino que si se le mete a su merced semejante chochera en la cabeza, lo ha de llevar a cabo. ¡Que no me diera un aire, que me dejase baldado de pies y piernas, siquiera por un mes!» Así pensando, desahogó Momo su coraje, descargando un cruel varazo sobre las ancas de la pobre Golondrina. ¡Bárbaro! exclamó la abuela , ¿a qué la pagas con ese pobre animal?
La golondrina y el águila se distinguen por la fuerza y lijereza de sus alas; y sin embargo jamas el águila pudiera volar á la manera de la golondrina, ni esta imitar á la reina de las aves. El tentate diu quid ferre recusent, quid valeant humeri, que Horacio inculca á los escritores, puede igualmente aplicarse á cuantos tratan de escoger una profesion cualquiera .
El vientecillo de la tarde mecía ligeramente las ramas del jardín, y al chocar las hojas unas contra otras, producían un murmullo cadencioso y apacible, interrumpido sólo por las agudas notas de alguna golondrina que tenía su nido entre las vigas del tejado.
Guarde usted su dinero respondió la tía María y sepa que el doctor ha venido aquí en primer lugar por Dios, y en segundo..., por mí la tía María dijo estas últimas palabras con un ligero tinte de fatuidad. Con esto, se pusieron en camino. No ha de parar usted, madre abuela dijo Momo, que caminaba detrás de Golondrina , hasta llenar de gentes el convento, tan grande como es.
Buenas noches, madre; buenas noches, mujer dijo al entrar un hombre alto y de buen talante, que parecía tener de treinta y ocho a cuarenta años, y a quien seguía un muchacho como de unos trece. Vamos, Momo añadió , descarga la burra y llévala a la cuadra. La pobre Golondrina no puede con el alma.
Estaba pálido como un muerto. Otras señoras creyeron deber desmayarse tambien y así lo hicieron. Delira... ¡P. Salví! ¡Ya le decía que no comiese la sopa de nido de golondrina! decía el P. Irene; eso le ha hecho mal. ¡Si no ha comido nada! contestaba D. Custodio temblando; como la cabeza le ha estado mirando fijamente le ha magnetizado...
Palabra del Dia
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