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Actualizado: 9 de octubre de 2025
Colabora en "La Defensa", diario católico de Manila. Muestra la gentileza de cantar en sus primeros versos a la patria de la colonización. ESPA
Lo cierto es que su gentileza ya mencionada, su discreción, despejo y buen trato, se hicieron notorios en Jerusalén, y que las damas le ponían en las nubes. Hasta un no sé qué de torvo, de melancólico y de trágicamente distraído, que había en su lindo semblante, le hacía más grato a las damas.
»Demasiada cosa sería decir yo agora la mucha hermosura, la gentileza, el gallardo y rico adorno con que mi querida Zoraida se mostró a mis ojos: sólo diré que más perlas pendían de su hermosísimo cuello, orejas y cabellos, que cabellos tenía en la cabeza.
Nada de joyas, ni siquiera un brazalete; pero, en cambio, sus movimientos, ademanes y posturas estaban impregnados de aristocrática gentileza. Don Juan enderezó hacia ella los gemelos, y viéndola tan hermosa creyó no haberla poseído nunca. No parecía muchacha plebeya elegantizada de repente, sino hija de grandes, hecha desde niña a todos los refinamientos del lujo.
Y en este caso, ¿cómo impedir que aquella gentileza de Venus púdica, o mejor dicho, aquella realizada idealidad de virgen cristiana, atrajera sobre sí todas las voracidades de los hombres descorazonados y todos los venenos de las mujeres envidiosas, y que fuera esta lepra inficionando poco a poco a la inocente? ¿Cómo evitar, cuando menos, que con el continuado roce con tantas y tan diversas intenciones se destruyera el artificio y quedaran de manifiesto a los ojos de Luz las negras realidades que la marquesa le escondía hasta dentro de su misma casa?
Aunque su figura es menuda, está admirablemente formada, pero se observan en ella tendencias á engordar que pudieran más adelante dañar su gentileza.
En las cosas de Salamanca, hay lo que antes se llama galanura, hidalguía, gentileza. Es como si dijeramos el fabuloso Montecristo de nuestra edad. Sí, tiene el sentimiento de la vida; pero no lo tiene en relacion con Dios y con el hombre, sino en relacion con sus deleites.
A cuyas señas y voz volvió don Quijote la cabeza, y vio, a la luz de la luna, que entonces estaba en toda su claridad, cómo le llamaban del agujero que a él le pareció ventana, y aun con rejas doradas, como conviene que las tengan tan ricos castillos como él se imaginaba que era aquella venta; y luego en el instante se le representó en su loca imaginación que otra vez, como la pasada, la doncella fermosa, hija de la señora de aquel castillo, vencida de su amor, tornaba a solicitarle; y con este pensamiento, por no mostrarse descortés y desagradecido, volvió las riendas a Rocinante y se llegó al agujero, y, así como vio a las dos mozas, dijo: -Lástima os tengo, fermosa señora, de que hayades puesto vuestras amorosas mientes en parte donde no es posible corresponderos conforme merece vuestro gran valor y gentileza; de lo que no debéis dar culpa a este miserable andante caballero, a quien tiene amor imposibilitado de poder entregar su voluntad a otra que aquella que, en el punto que sus ojos la vieron, la hizo señora absoluta de su alma.
Visto en la calle o el teatro, es un caballero elegante sin afectación, un buen mozo que parece ignorar la gentileza y gallardía de su persona; a solas con ellas, tan pronto resulta conquistador irresistible como villano medroso que desea rendirse.
La mujer tiene allí formas varoniles, careciendo en lo general de esa suavidad, esa morbidez y gentileza que acompañan donde quiera, en mayor ó menor grado, al sér femenino. Las hermosuras que allí se encuentran son altivas y de una expresion rígida y resuelta.
Palabra del Dia
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