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La muerte estaba allí, halagüeña y acariciadora para aquella vieja infantil que se abandonaba a ella sin resistencia. Me siento tan gastada y tan fatigada, hija mía, que es caritativo dejarme al fin reposar.

Considérense los luxuriosos, y se hallarán llenos de perturbacion, su ánimo inquieto, la salud perdida, la hacienda gastada, siempre rodeados de penas, sobresaltos, y temores por solo un deleyte pasagero y engañoso. Póngase la consideracion en los que tanto celebran los banquetes, las bebidas y los regalos, y se verán perder la salud del cuerpo con lo mismo que la pretenden conservar.

Con la energía empleada en esta violencia hecha a la pasión antigua, daba por gastada toda la fuerza de su pobre voluntad, y se perdonaba, con pocos escrúpulos, los aplazamientos y prórrogas que iba dando a lo de las cuentas del tío. , pensaba explicarse; pensaba plantear la cuestión... pero pasaban los días y no hacía nada. Nada entre dos platos.

Subimos una escalera grande, sucia y añosa, de piedra gastada por el uso, y entramos en los grandes corredores del caserón, entarimados al uso del país. Las tablas, viejas y resquebrajadas por todos lados, ofrecían en algunos puntos agujeros por donde podría pasar una persona. Al llegar aquí percibimos un ruido confuso y lejano de gritos y carcajadas.

Sigue a esto un bellísimo soliloquio de Fausto en un bosque. Fausto vacila. Orgulloso de verse amado, a pesar del ardor violento de los sentidos, piensa, por el amor que Margarita le infunde, que debe apartarse de ella, a fin de no perderla y engañarla. Conoce que sólo puede darle un alma escéptica y gastada, en cambio de su alma juvenil y pura.

Porque la muletilla de los regalos de la Reina estaba ya muy gastada y no podía usarse más tiempo sin peligro. Un día D. Francisco volvió de la oficina antes de lo que acostumbraba, y sorprendió a Rosalía en lo más entretenido de su trabajo, funcionando en el Camón, como si este fuera un taller de modista, y asistida de una costurera que había llevado a casa.

Pusiéronle los zapatos, blancos también y apenas ligeramente gastada la suela, señal de haber dado pocos pasos, y después tejieron, con sus admirables cabellos de color castaño obscuro, graciosas trenzas enlazadas con cintas azules.

A este patio venía a parar una anchurosa escalera de piedra con balaustrada de la misma materia. Estaba ya gastada y necesitaba reparos en algunos sitios. En el primer descanso esta escalera se partía en dos brazos, uno de los cuales conducía a las habitaciones de los señores y otro a la de los criados.

No es más que una sombra vana, una palabra huera y vacía de sentido... ¡Se comprenderla su impotencia para vencer la naturaleza si se tratase de devolver la vida a una vejez gastada, de reanimar una sangre empobrecida por la edad; pero se trata de una criatura que entra ahora en la vida, de una existencia joven y fresca a quien queremos salvar de las garras de la muerte y... y ya lo estás viendo: tan imposible es eso en este caso como lo es en el primero!

Apenas divisaba Juan a lo lejos al cura, galopaba y venía a charlar un momento con su padrino. El caballo volvía la cabeza hacia el abate, pues sabía que siempre había un terrón de azúcar para él en el bolsillo de aquella vieja sotana negra, gastada, remendada, la sotana de por la mañana. El abate poseía otra muy linda y muy nueva, que se guardaba para las grandes ocasiones.