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Gallardo reíase de los antiguos aficionados, graves doctores de la tauromaquia que juzgan imposible un percance mientras el torero se ajuste a las reglas del arte. ¡Las reglas!... El las ignoraba, y no tenía empeño en conocerlas. Valor y audacia eran lo necesario para vencer.

El duque de Campoverde, a quien llamo así para ocultar su verdadero título, protegía y albergaba en su casa a un sobrino suyo, tan ilustre como pobre, llamado D. Jacinto de la Mota, gallardo mancebo en la florida edad de veinticuatro años, elegantísimo, discreto y agradable por todo extremo. Y lo más singular y raro que en él había era su espiritual e inmaculada limpieza.

Parecía imposible que un hombre pudiera vivir tranquilo en tal estado de trampas y enredos. Sin embargo, nuestro gallardo joven vivía con la misma admirable serenidad de espíritu e idéntica alegría de corazón, y como él otros muchos de sus amigos y consocios según tendremos ocasión de ver, tan arruinados aunque no tan gallardos.

Su gallardo y lindo cuerpo ha sido sólo para como dorada nube, donde se me aparecía, en reflejos fugitivos, el sol eterno: toda la perfección del Ser. MARINO. Nobilísima manera de amar fue la tuya... ¿Y ella, cómo te amaba? PROCLO. Me amaba también con el alma y andaba enamorada del alma mía. MARINO. ¿Y por qué te separaste de ella?

El palacio de Catalina Cornaro es hoy oficina del Monte de Piedad ... es un gallardo y majestuoso edificio, que, como todos los del Gran Canal, costó millones; fué animadísimo teatro de bailes, reuniones y aventuras; hoy ... recuerdo triste de un pueblo que fué nacion, y al presente provincia de Austria.

A pesar de que éste iba cuidadosamente afeitado, volvió a enjabonarle la cara y a pasar la navaja por sus mejillas con la celeridad del que está habituado a una misma faena diariamente. Luego de lavarse, volvió Gallardo a ocupar su asiento.

Amontonaba los residuos de los fumadores, picando las colillas y vendiéndolas como tabaco desmenuzado luego de exponerlas al sol. Los hallazgos de valor eran para una prendera, que compraba estos despojos del público olvidadizo o turbado por la emoción. Gallardo contestó a los saludos melosos del viejo dándole un cigarro, y se despidió del Lobato.

Arrojó la montera al tendido, y las manos se abalanzaron unas contra otras, luchando por atrapar el sagrado depósito. Gallardo hizo seña al Nacional para que con un capeo oportuno trajese el toro hacia él.

Y de este modo han sabido unir a la utilidad la belleza, puesto que su caza es un deporte airoso. Ron vive en una confortable casa; tiene catorce centímetros de larga y seis de ancha. Son de cartón sus muros, es de cristal su techumbre. El interior es blanco. Y en la blancura, Ron va y viene gallardo y se destaca intenso.

Doña Sol escuchaba, intensamente pálida, con los labios apretados por el terror y en los ojos el extraño brillo que acompañaba a sus misteriosos pensamientos. Gallardo contraía el rostro, molestado por este relato feroz. Ca uno sabe su ofisio, señó Juan dijo el Plumitas, como si adivinase lo que pensaba . Los dos vivimos de matá: usté mata toros y yo personas.