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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Vestía el joven el uniforme de gala de capitán de artillería, y el viejo, decrépito y encorvado, el de almirante de la Armada, con todo el pecho lleno de cruces: era el duque de Algar, abuelo y padrino en aquella ocasión del joven marqués que iba a cubrirse.
Limpieza, recato, virtud y una flor, una flor sencilla, una flor del campo, una flor pura y olorosa: hé aquí el traje más rico de una jóven; hé aquí la gala más preciosa, la de más efecto, la que más enamora á los hombres sensatos, á los hombres que son capaces de hacer feliz á una mujer. Si el cielo me hubiera concedido una hija, no me cansaria de repetírselo dia y noche.
Es lo cierto que lo he pagado muy bien: me cuesta cuatro mil buenos francos de menos en mi bolsa. ¡Ya lo creo, señora! Mi carruaje de gala no me costó menos de cinco mil francos, contando el cuero de tigre para los pies, que él solo me costó quinientos.
Y como si fuese una gala nueva que veía por primera vez, metióse por la cabeza con gran cuidado, cual si fuese de sutiles blondas, la saya de percal de todos los domingos.
No, a la cárcel no dijo la víctima, haciendo gala de generosidad... dejarla, dejarla... Pepe, no le hagas nada. No; si yo no le pego... Allá se entenderá con el juez. No, juez no, juez no decía la de Fenelón muy apurada . La perdono. Dejarla; que se vaya, que se vaya pronto; que yo no la vea.
Por muy justa que sea la idea que tiene de la inmortalidad del alma, no por eso se aflige menos el hombre ante el espectáculo de esas muertes frecuentes, de las crisis que á cada momento quiebran la vida. El mar parece hacer gala de ese triunfo. Cada vez que á él nos acercamos, parece decirnos desde el fondo de su inmutabilidad: «Mañana tú dejarás de ser, y yo soy eterno.
No; es instinto, es gala de gaucho; la infantería deshonraría el triunfo cuyos laureles debe coger desde a caballo. Paz es, por el contrario, el hijo legítimo de la ciudad, el representante más cumplido del poder de los pueblos civilizados.
Comieron, pero la joven creyó que estaban menos unidos después de la pérdida de este objeto, comprado el primer día de vida común. Lo miraba como un fetiche de su felicidad. También habían vendido sus ropas de invierno, aquel traje de gran gala adquirido en la calle de Toledo, que marcaba para Feli el momento más culminante de su bienestar.
»Me dirigí al cuarto de Magdalena y encontré a ésta con el rostro radiante y haciendo gala de tener muy buen humor. La fiebre había seguido en su marcha descendente. » ¡Ay, Amaury! me dijo. ¡Si supieras qué bien he dormido y con qué fuerzas me siento! Pero él con su pretensión de conocerme mejor que yo misma, me tiene aquí sujeta a este maldito sillón.
Apretóseles con razones y con textos en sólida explicación de los suyos y con profecías innegables de las verdades católicas. Mas, ¿cómo ha de entrar la Fé sin la pía afición? Cómo se ha de cautivar el entendimiento, donde la soberbia reina? O cómo a de confesarse convencido el entendimiento, cuando arrestada a su perdición la voluntad, hace punto y gala de ser pertinaz y obstinada?
Palabra del Dia
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