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Actualizado: 15 de junio de 2025
Así, el toro es un personaje que apasiona hasta el frenesí, y da lugar á un juego de epigramas que tienen frecuentemente su aplicacion á los sucesos notables de la situacion. El primer momento decide, pues, de la reputacion y de la suerte del toro, sin que le valgan para rehabilitarse en la opinion sus actos de valor, si ha comenzado por tener sorpresa ó miedo.
Toda aquella noche la pasé en un frenesí, en un delirio interior, que no sé cómo disimulaba. Me retiré de casa de Pepita muy temprano. En la soledad fue mayor mi amargura.
Parecía completamente increíble, sin embargo, al recordar aquella escena de media noche en el parque de Mayvill; en el acto reconocí cuán impotente y desamparada se hallaba en las manos de ese vulgar y arrogante gañán, de ese infame campesino, que, en un momento de loco frenesí, había cometido aquel desesperado y furioso atentado contra la vida de Mabel.
Se reían entonces, echando afuera lengua y ríos de baba, radiantes de frenesí bestial. Tenían, en cambio, cierta facultad imitativa; pero no se pudo obtener nada más. Con los mellizos pareció haber concluído la aterradora descendencia. Pero pasados tres años desearon de nuevo ardientemente otro hijo, confiando en que el largo tiempo transcurrido hubiera aplacado a la fatalidad.
Volvióse el señor de los Pazos, y se quedó inmóvil, con la escopeta empuñada por el cañón, jadeante, lívido de ira, los labios y las manos agitadas por temblor horrible; y en vez de disculpar su frenesí o de acudir a la víctima, balbució roncamente: ¡Perra..., perra..., condenada..., a ver si nos das pronto de cenar, o te deshago! ¡A levantarse... o te levanto con la escopeta!
Carece de serenidad, de calma y de paciencia, y en la destrucción de sus obras de arte y en el suicidio con que termina, hay tal frenesí de vanidad lastimada que, si bien no nos quita la conmiseración por el héroe, rebaja mucho el aprecio y la simpatía que al principio logró inspirarnos. La sátira ingerida o combinada con la novela tiene además una grave contra.
Sus padres ricos no se habían cuidado de educarlo bien, y no pudo poner en palabras las ideas que le hervían en la mente. Estudió, viajó, vivió sin orden, se enamoró con frenesí. Su amada no lo quiso y él resolvió morir, pero un criado le salvó la vida.
¿Quién es? preguntaron el cura desde arriba y el ama desde abajo. ¡Casi nadie!... Su sobrino en persona, señor cura contestó Celesto. ¡Cáscaras! Me alegro... No pensé yo que sería tan puntual. Allá voy, allá voy ahora mismo... Pero ya se había adelantado la señora Rita, con su faz mórbida y pálida y la figura de perro sentado, a recibir al viajero con entusiasmo que rayaba en frenesí.
Los síntomas son bascas, convulsión, delirio, frenesí; en su último período degenera en licantropía y misantropía, en cuyo estado el enfermo se siente con arranques de hacer una gran hoguera para quemar a medio linaje humano». Eso está bien dicho; pero algo frío, Bartolo. Duro, más duro en ellos. Veamos cómo te desenvuelves en la voz <i>Fraile</i>.
Pero en medio de su frenesí amoroso, un hombre más observador que el conde hubiera notado cierta inquietud, algo triste y siniestro que brotaba á la frente por intervalos en forma de arruga, y á los ojos como relámpagos aciagos. Trascurrió mucho tiempo. Al cabo la institutriz, después de vacilar infinitas veces, se atrevió á preguntarle al oído: ¿Qué piensas hacer después de lo que te han escrito?
Palabra del Dia
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