Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de julio de 2025
La esperanza en su amor habría hecho lo que no podía hacer la exhortación más elocuente; pero esta esperanza no se le concedía, ni era fácil que se le concediese, pues cada día que pasaba Carmen se mostraba más severa con él, a lo que se agregaba que la señora madre de ella y el alcalde su tío no cesaban de abominar la conducta del muchacho, y decían frecuentemente que primero querían ver muerta a su hija y sobrina, que saber que ella le profesaba el menor cariño.
Los accesos se presentan hácia el anochecer. Está frecuentemente indicada en las caquexias palúdicas despues del abuso de la quina y sus sales, de las sales de hierro y aun del arsénico mismo.
Por ahora nos limitamos á indicar la ipecacuana por sus relaciones con el primero y mas débil grado de esta depresion y de esta caquexia, y al arsénico por sus relaciones con el grado mas violento y la espresion mas elevada de la deplastizacion y de la desorganizacion, lo que le hace mas á propósito en general y mas frecuentemente indicado que la ipecacuana y la misma quina, en las fiebres intermitentes crónicas tenaces y mal tratadas.
Mario tenía encendidos los pómulos y el resto de la cara bien pálido: la mano le temblaba al llevarse la cucharilla a la boca: la garganta se resistía a dar paso al café, que tragaba apresuradamente y sin gustarlo. Sus ojos se volvían frecuentemente hacia una de las próximas mesas donde una familia compuesta de padre, madre y dos niñas de veinte a veinticuatro abriles tomaban igualmente café.
A Santa Isabel, después de sus prodigiosos actos de caridad y penitencia, se le había aparecido y le dijo: «Isabel, si tú quieres ser mía, yo quiero ser tuyo también, y nunca separarme de ti». A Santa Catalina de Siena la venía frecuentemente a consolar a su celda, platicaba y paseaba con ella y muchas veces la ayudaba a rezar sus oraciones.
Si penetramos en cualquiera de los aposentos de aquellas espléndidas moradas, observaremos á la primera ojeada la estrecha unión del viejo con el nuevo estilo; pues, si en unos cautivan la vista las yeserías y azulejos moriscos ó de tradición gótica y los techos de alfarje ricamente pintados y dorados, en otros, todos estos pormenores pertenecen al gusto italiano, observándose, frecuentemente, en las obras de carpintería, como techos y puertas, que las trazas son moriscas y los ornatos platerescos ó viceversa . Los carpinteros de lo blanco eran entonces tan hábiles para combinar el más complicado alfarje de 16 ó 18 lazos, como la más suntuosa techumbre de casetones cuadrados, exagonales, ú octógonos, realzados de riquísimas molduras y valientes florones, cuando nó con bustos y hasta cuerpos enteros de damas ó de varones, ya en alto relieve, ya exentos por completo, ó bien con escudos encerrados en elegantes láureas ó tarjas.
Creía de buena fe que, porque no le era posible macerarse, no poseía una virtud sólida, y se alegraba en el fondo del alma de haber tropezado con un ser que gozaba de este privilegio. Acudíale a la memoria frecuentemente el ejemplo del P. Gracián, a quien Santa Teresa tanto había ayudado en el camino de la perfección con sus virtudes y consejos.
Por último, al norte se dilatan, entre líneas de irregulares contornos, las ondas luminosas, prodigiosamente azules y trasparentes del lago, unas veces violentamente sacudidas por los huracanes que soplan de los Alpes, otras dormidas y murmurantes, gimiendo frecuentemente bajo la quilla de algun vapor ó bergantin, inmóbiles como un inmenso espejo en que se refleja todo el esplendor de los azules é infinitos abismos del cielo.
Cualquiera que nos viese juntos a los tres, habría creído que éramos dos hermanos, y que la anciana era nuestra madre. El desayuno duraba frecuentemente una hora. Tía Pepa charlaba a su sabor. Yo y Angelina no sentíamos correr el tiempo.
Y esto la llevó a hablar del otro hermano, «el gaucho», como ella le llamaba, que vivía en la Argentina, y era el único hombre capaz de inspirarla miedo. La amenazaba el hermano menor frecuentemente con revelar al otro todas las aventuras de Berlín y las travesuras del viaje apenas hubiesen llegado a Buenos Aires. ¡Y «el gaucho» era temible!
Palabra del Dia
Otros Mirando