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Actualizado: 24 de julio de 2025
De qué manera se las compuso Chinto para lograr su deseo, no hace al caso: lo cierto es que obtuvo la plaza, y que Amparo se lo encontró frecuentemente a la entrada y a la salida, triste como can apaleado por su amo, y sin que le dijese nunca más palabras que «Adiós, mujer... vayas muy dichosa». No cabía que Amparo, generosa de suyo, dejase de ser la primera en trabar otra vez conversación con él: hablaron de cosas indiferentes, de sus respectivas labores, y Amparo prometió visitar el taller de Chinto: que con venir diariamente a la Granera, no lo conocía aún.
Esto nos proporcionaba, frecuentemente, la sorpresa de pernoctar a campo raso o bajo el alero desmantelado de alguna granja; pero lo que hacía más accidentada nuestra excursión es que ni uno ni otro sabíamos una palabra alemana. No las teníamos en la punta de la lengua, como dicen los cómicos.
Florentina estaba absorta, paralizada, muda, afligidísima, como el que ve desvanecerse la más risueña ilusión de su vida. No sabía qué pensar de aquel suceso, ni su bondad inmensa, que incapacitaba frecuentemente su discernimiento, podía explicárselo.
En todas partes hay malas pasiones... Las obras de arte por separado. Este es el Museo a donde vienen los ingleses, que son estos pitos del Santo... Veme dando cosas...». Frecuentemente, después de puesto todo, se volvía a sacar para meterlo de nuevo, colocado de otra manera. También jugaban ambos a las muñecas, vistiéndolas y desnudándolas, recibiendo y pagando visitas.
Comprendo que usted dejará de visitarnos por un tiempo; pero, si no se va a Buenos-Aires, tendrá usted que aguantar nuestra presencia... Pues con Adolfo iremos a verlo frecuentemente a la estancia, para que no esté allí solo como un monje, con sus pensamientos... siempre que usted no nos cierre la puerta...
Este muchacho era muy bonito, pero demasiado pequeño; con lo que Momo le hacía rabiar frecuentemente llamándolo Francisco de Anís, en lugar de Francisco de Asís, que era su verdadero nombre.
La mayor parte del tiempo gastan en buscar miel por las selvas, para hacer su vino con que se embriagan muy frecuentemente.
Las pocas cartas que el muchacho recibía leíalas ella de cabo a rabo, y frecuentemente dictaba la respuesta: cuando le castigaban, le llevaba la comida a la prisión; algunas veces llegó por su propia autoridad a levantar el castigo, y lo que aún es más grave, a recriminar al profesor que se lo había impuesto. Por la pendiente de la soberanía se llega muy pronto al absolutismo.
Hé aquí, en fin, el estado habitual del moral: debilidad de las facultades intelectuales, indiferencia profunda, temores pueriles, alucinaciones de los sentidos, como si el alma estuviera aislada é independiente del cuerpo; hay frecuentemente mal humor, desaliento, y una tristeza que se eleva hasta la hipocondría. Pero en el fondo hay siempre una falta de voluntad y de inteligencia.
Ese súbito renacimiento de vida, de belleza, de ternura, esa deliciosa aventura de encontrar á su mujer convertida en una joven querida llena de emoción, y tan dichosa de verse al lado de su compañero, ese milagro ¿es ficción acaso? No, sino el agradable espectáculo que se ve muy á menudo. Y si es raro entre los ricos, frecuentemente acontece á las familias laboriosas y esclavas de sus deberes.
Palabra del Dia
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