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Actualizado: 8 de mayo de 2025


De la acción de Chacón traía un fogonazo en la sien que le había arreado todo el pelo y embutido la pólvora en la cara.

El fogonazo, remedado con mucha propiedad por el cura, hizo dar un salto a Bonis, que estaba muy nervioso. Dispara usted su escopeta y me...; no, no conviene que sea liebre; es mejor caza mayor para mi caso; y cae lo que usted cree robezo o ciervo...; pero no hay tal ciervo ni robezo, sino que ha matado usted una vaca mía que pastaba tranquilamente en el prado. ¿Qué hace usted?

Cruzamos la bahía de Cádiz, desembarcamos, atravesamos las calles del Puerto de Santa María, en coche, y llegamos a la finca del amigo del marqués, a eso de las dos de la tarde. Hacía un tiempo de invierno admirable; los padrinos midieron veinte pasos dando unas zancadas enormes; nos dieron las pistolas, disparamos, y al mismo tiempo que el fogonazo sentí un golpe que me derribó al suelo.

Temblaban de miedo al entrar en ciertas gargantas en cuya oscuridad brillaba el fogonazo y silbaba la bala, al no obedecer ellos al ¡boca abajo! de los guardias emboscados. Algunos compañeros habían muerto en estos malos pasos. Además, los enemigos se vengaban de las largas esperas al acecho y de la inquietud que les inspiraban los caballistas, dando tremendas palizas a los de a pie.

La escuela estaba cerrada; por los cristales empolvados se veían los cartelones con letras grandes y los mapas colgados de las paredes. Cerca del caserío de Zalacaín había una viga de madera, de la que colgaba una campana. ¿Para qué sirve esto? preguntó a un mendigo que iba de puerta en puerta. Era para el vigía. Cuando notaba un fogonazo tocaba la campana para avisar a la gente de la parte baja.

Al desvanecerse el humo del fogonazo, todo desaparece y se disipa; por el aire vuelan pedazos de papeles que llevan impresas palabras terroríficas: asesinato..., mujer casada..., amante..., niño huérfano.

Ana, entre sollozos, refirió lo que podía referir de sus angustias, de sus miedos, de sus tormentos, de aquellas horas de fiebre. «Después que se vio en su lecho, mil espantosas imágenes la asaltaron entre los recuerdos confusos del baile.... Creyó que volvía a caer de repente en aquellos pozos negros del delirio en que se sentía sumergida en las noches lúgubres de su enfermedad.... Después la idea del mal que había hecho la había horrorizado...». Y Ana se interrumpía al ver al Magistral quedarse lívido, y como rectificando añadía, «el mal... es decir... el no haber sido bastante buena...». La enfermedad había sido una lección, una lección olvidada, y aquella mañana, al sentir en el lecho la misma flaqueza, aquel desgajarse de las entrañas, que parecían pulverizarse allá dentro, aquel desvanecerse la vida en el delirio... la conciencia había visto, como a la luz de un fogonazo, horrores de vergüenza, de castigo, el espejo de la propia miseria, el reflejo del cieno triste que se lleva en el alma... y después... la locura, sin duda la locura... un dudar de todo espantoso, repentino, obstinado, doloroso.

Al fogonazo, vió a Martín en el tronco del árbol y volvió a disparar. Se oyó un chillido agudo de mujer y el golpe de un cuerpo en el suelo. La madre de Carlos y las criadas, alarmadas salieron de sus cuartos gritando, preguntando lo que era. Catalina, pálida como una muerta, no podía hablar de emoción. Doña Águeda, Carlos y las criadas salieron al jardín.

El rostro del gitano adquiría una expresión equívoca, cuando, al fogonazo de un tiro que partió de lo alto de la montaña, se vio a los aduaneros que se preparaban y tomaban posiciones. Toda esperanza de retirada por aquel lado se había perdido. ¡Virgen santa!, ¡sálvenos, señor capitán, sálvenos! dijo el fraile ; ¡la salida! ¡Señor! ¡indíquenos la salida!

Yo me alzaba sobre los estribos, procurando distinguir algo; pero además de ser la noche obscurísima, las descargas eran tan lejanas, que no se alcanzaba a ver el fogonazo. Nuestras columnas avanzadas dijo Santorcaz habrán encontrado algún destacamento francés que viene a reconocer el camino. Ha cesado el fuego dije yo . ¿Echamos a andar? Parece que dan orden de marcha.

Palabra del Dia

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