Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 28 de julio de 2025
En realidad, no era gran cosa, pues andaba por el buque ligero de ropa, con el impudor de un hombre que ve mal y se considera más allá de las preocupaciones humanas. Una camisa con el faldón siempre flotante y unos pantalones de sucio algodón ó de bayeta amarilla, según las estaciones, eran su vestimenta.
Había desaparecido del mundo de un modo infamante, como desaparecen los criminales, doblemente sentenciada, pues hasta su recuerdo era repelido por las gentes; y Ferragut, dentro de unos momentos, iba á hacerla resurgir como un fantasma en la casa flotante que ella había visitado en dos ocasiones.
Unos estaban enfermos, y buscaban su salud en un viaje alrededor del mundo con verdadero lujo y sin dispendios; otros se embarcaban por amor á las aventuras, por ver gentes nuevas desde este alcázar flotante, donde todo parecía organizado para una eterna fiesta. Nunca eran menos de cincuenta.
Los brazaletes eran del mismo género: perlas y rubíes, y del mismo género también los herretes y el ceñidor de su magnífico traje de raso blanco bordado de oro, traje de teatro, traje de reina, que dejaba desnudos los hombros, el seno y los brazos, con doble falda, ancho, flotante, maravilloso, que aún no había estrenado Dorotea, que aún no había visto nadie.
Salí a su encuentro para ayudarle a sacudirse y a enjugarse... y a nada, porque de dos bativoleos se desprendió de todo lo flotante que goteaba sobre él. Así quedó, en un periquete, liso y mondo de pies a cabeza, es decir, de chaqueta corta y en pelo.
Pero sus manos angustiosas volvieron á encontrar el frío y débil sostén cuando buscaban aquella isla de duros músculos coronada por una cabeza hirsuta y sonriente. Siguió en su tenaz flotación, luchando con el sopor que le aconsejaba soltar el apoyo flotante, dejarse ir á fondo, dormir... ¡dormir para siempre! Los zapatos y los pantalones continuaban tirando de él cada vez con mayor fuerza.
La baronesa de La Deuda Flotante, definitivamente domiciliada en Vetusta, se atrevió a decir encogiendo los hombros: Dígase lo que se quiera; estos extremos no son propios... de personas decentes. El Marqués apoyó la idea muy eruditamente. Eso es piedad de transtiberina. Justo dijo la baronesa, sin recordar en aquel instante lo que era una transtiberina.
Esta evocación hacía recordar a muchos el lugar donde estaban. Aquel hotel lujoso, con su música, sus tropas de sirvientes y sus salones, no era más que una caja flotante y bien acondicionada, debajo de la cual seguía latiendo la vida feroz y ciega, ignorante de la justicia y de la misericordia, lo mismo que en los primeros días del planeta.
El arpa iba desgranando sus sonidos cristalinos, semejantes á los de una caja de música, y los gauchos saltaban acompañados por el retintín de sus espuelas, persiguiendo á las mestizas de bata flotante que balanceaban cadenciosamente el talle agitando en su diestra el pañuelo, sin el cual es imposible bailar la chilenita.
Cada lecho estaba cubierto con un toldo para defenderse cada cual de los terribles zancudos ó mosquitos, y la apariencia general era como de un hospital de campaña, un campamento ó un cementerio flotante. El Irlandes, que después de trabajar como un Sansón habia tenido la prevision de beber como una bomba, dormía cerca de mí, y roncaba con la terrible majestad de las tormentas andinas.
Palabra del Dia
Otros Mirando