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Actualizado: 2 de julio de 2025
Más de un enemigo, en el campo de batalla, perdió la vida al filo de su acero; y ciertamente que muchos y muchos quedaron allí tendidos, como en el prado la hierba segada por la guadaña, á impulsos de aquellas cargas á que su espíritu comunicó su triunfante energía.
Y sucedió que de repente, en una noche de mucho calor, salió de la tierra, delante de las seis ventanas, un roble enorme con ramas tan gruesas y tanto follaje que dejó a oscuras el palacio del rey. Era un árbol encantado, y no había hacha que pudiera echarlo a tierra, porque se le mellaba el filo en lo duro del tronco, y por cada rama que le cortaban salían dos.
Yo se lo dije. «Has hecho perfectamente...». La más negra era que el garrotillo le cogió al pobrecillo nene tan de filo, que cuando yo llegué... te va a dar mucha pena, como me la dio a mí... pues sí, cuando llegué, el pobre niño estaba expirando.
Todos estaban atentos á la voz de mando, esperando que llegara el instante para caer sobre la horda de racistas y exterminarla con el filo de sus machetes. El capitán Perdomo á cuyo lado estaba el valeroso oficial Ovidio Ortega, estaba frío, impasible, siguiendo con la vista todos los movimientos que el enemigo hacía.
6 Y dijo Saúl al ceneo: Idos, apartaos, y salid de entre los de Amalec, para que por ventura no te destruya juntamente con él; porque tú hiciste misericordia con todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Y el ceneo se apartó de entre los de Amalec. 8 Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, mas a todo el pueblo mató a filo de espada. 10 Y vino palabra del SE
La mujer, convencida de que el artista no llegaría á enterarse de los golpes del aldabón, desapareció en una revuelta del sendero. Poco después, su cabeza y el niño que llevaba en brazos surgieron sobre el filo de un muro. ¡Maestro! gritó . Un señor que le busca. ¡Una visita! Y volvió arreglándose las faldas, como si acabase de bajar de una escala de mano.
En el filo del acantilado aparecía, como una cabellera verde, la línea bordeante de los jardines altos, cortada á trechos por viejas obras de fortificación. Eran bastiones en declive, con garitas salientes en sus ángulos, iguales á los que se ven en los viejos grabados ó en las decoraciones de teatro.
No los has visto tú en una de sus correrías, hendiendo cabezas y sajando cuerpos de hermanos nuestros. ¡Por el filo de mi espada! preferiría darle un abrazo al mismo Belcebú antes que estrechar la mano de uno de esos bergantes, aunque se llame el rey Roberto, ó Douglas el Diablo de Escocia, ó sea el mismísimo condestable Bertrán Duguesclín de Francia.
Las invisibles palpitaciones del mar en la tarde serena hacían que el triángulo de la proa se elevase y descendiese, como una cabra saltadora y juguetona, al partir las aguas con su filo. Este movimiento parecía circunscrito a aquella parte del buque, pues sus vibraciones se amortiguaban al extenderse por los flancos y apenas eran sensibles en el resto de la gigantesca construcción.
Doña María no hubiera dejado de sacar de estos hechos una ventaja femenil, si no se hubiese fijado, algo confusa también, de que el patán, a pesar de algunas leves señales de pasada disipación, tenía agradable aspecto; era una especie de rubio Sansón, cuya sedosa barba, de color de trigo, jamás había conocido el filo de la navaja del barbero, ni de las tijeras de Dalila.
Palabra del Dia
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