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Actualizado: 23 de julio de 2025
Alquilé una mula y salíme de la posada, adonde ya no tenía que sacar más de mi sombra. ¿Quién contará las angustias del zapatero por lo fiado, las solicitudes del ama por el salario, las voces del huésped de la casa por el arrendamiento?
En un principio solía pedir a sus amigos o conocidos del café algún dinero para jugar al tresillo, y bebía al fiado en el café; pero al poco tiempo ni los amigos quisieron darle nada, ni el dueño del establecimiento le fiaba ya por valor de dos cuartos. Faltó poco para que doña Brígida le echase a rodar por las escaleras cierto día que le llevó una cuenta de ciento veinte reales.
-Siempre tuve yo mala sospecha -dijo Ricote- de que ese caballero adamaba a mi hija; pero, fiado en el valor de mi Ricota, nunca me dio pesadumbre el saber que la quería bien; que ya habrás oído decir, Sancho, que las moriscas pocas o ninguna vez se mezclaron por amores con cristianos viejos, y mi hija, que, a lo que yo creo, atendía a ser más cristiana que enamorada, no se curaría de las solicitudes de ese señor mayorazgo.
Alquilé una mula y salíme de la posada, adonde no tenía que sacar más de mi sombra. ¿Quién contará las angustias del zapatero por lo fiado, las solicitudes del ama por el salario, las voces del huésped de la casa por el arrendamiento? Uno decía: "Siempre me lo dijo el corazón." Otro: "Bien me decían a mí que éste era un trampista."
Vióse entonces una lucha como jamás se ha visto bajo el cielo de Filipinas: la de un pobre indio, ignorante y sin amigos, fiado en su derecho y en la bondad de su causa, combatiendo contra una poderosísima corporacion ante la cual la justicia doblaba el cuello, los jueces dejaban caer la balanza y rendían la espada.
La manía de dar al fiado llegó a ser un vicio, una pasión del manirroto licenciado. Le gustaba darse tono de rico y despreciaba el dinero con gran prosopopeya. «¡Los países que él había visto! ¡las mujeres que él había seducido, allá muy lejos!». Sus amigos los taberneros que no habían visto más río que el de su patria, le engañaban al segundo vaso.
Sus impresiones no habían sido malas, y aunque no tenía bastantes datos para formar juicio del verdadero carácter de la prójima, podía anticipar, fiado en su experiencia, en su buen ojo y en un cierto no sé que, presunciones favorables. Con esto la curiosidad de doña Lupe se acaloraba más, y ya no podía tener sosiego hasta no meter su propia nariz en aquel guisado.
El acróbata que en lo más alto del circo, salta de un trapecio a otro trapecio, queda pendiente de un pie sin otro asidero, y vence aun mayores dificultades y arrostra mayores peligros, a mi ver arriesga la vida, más aún que el que se lanza a la arena del circo, sereno, ágil y fiado en su arte, a luchar con el toro más bravo.
Invocaba la autoridad del Embajador Parry, que le había dado cartas, diciendo: «Por eso me dirijo á V. M. y apelo á su justicia, poniendo por delante su nombre y palabra para que se sirva examinar con prudencia, pesar y decidir si el punto á que han llegado las cosas, según la ley natural, conviene á la Majestad real y es debido á un extranjero no desconocido en el mundo y que se ha fiado en tal palabra.
Os hará un traje completo, barato y fiado. Entonces podréis venir a la iglesia y ser algo sociable con vuestros vecinos. ¡Cómo! ¿ No me habéis oído decir amén desde vuestra llegada a este pueblo? Os recomiendo que no perdáis tiempo, porque será algo deplorable cuando Tookey me reemplace por completo. Puede muy bien que pasado otro invierno no tenga más fuerzas para estar de pie junto al órgano.
Palabra del Dia
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