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Actualizado: 28 de abril de 2025


Aguárdate un poco dijo Simón, fascinado de repente con la indicación de su mujer . No había dado yo en lo del estanco. Y de este modo continuó Juana, explotando aquella favorable actitud de su marido podríamos enseñar algo a la niña para el día de mañana, si la suerte quiere favorecerla con un buen acomodo.... Porque aquí, ya ves que nada bueno puede aprender.

Todo París se ocupaba hacía algún tiempo de la intimidad de Pierrepont con la joven baronesa de Grèbe, y en cuanto al barón, enteramente domado, fascinado e hipnotizado por su mujer, había concluído por formar parte de la numerosísima cohorte de maridos de que rebosa el mundo y de los cuales no sabe uno si compadecer la ceguera o admirar la complacencia.

Deslumbrado y fascinado, no veía a nadie más que a ella ni oía más que su dulce voz, que le saludaba con un gracioso: «¡Buenos días, mi capitán!» ¡Dios mío! ¡Qué bonita la había encontrado!

Debe ser humilde, puesto que implora, y altivo también, puesto que es fuerte. No veo en el señor Lautrec ni esa humilde ternura ni ese robusto orgullo. Y, en todo caso, no soy yo quien podría inspirárselos. Me parece muy fascinado por la bellísima Luciana, que es tan a propósito para gustarle. Hay, ciertamente, entre ellos un atractivo. Borremos, pues, de la lista, a don Gerardo Lautrec.

Había empezado por cálculo a festejarla, con el dominio sobre de un hombre que tiene libre el corazón: había llegado pronto, gracias a la resistencia desdeñosa de la chica, a preocuparse vivamente, a sentirse aturdido y fascinado en su presencia. Luego la competencia de otros pollos le encendía la sangre y los deseos de hacerse pronto dueño de la mano de la niña.

La fuente, el punto donde el chorro de agua, oculto hasta allí, se manifiesta repentinamente, es el paraje encantador hacia el cual nos sentimos invenciblemente atraídos; que ésta parezca adormecida en un prado como simple balsa entre los juncos, que salga á borbotones de la arena arrastrando laminitas de cuarzo ó de mica, que suben y bajan arremolinándose en un torbellino sin fin, que brote modestamente entre dos piedras, á la sombra discreta de los grandes árboles, ó bien que salga con estrépito de una abertura de la roca ¿cómo no sentirse fascinado por el agua que acaba de salir de la obscuridad y tan alegremente refleja la luz?

El Estudiantón le escuchaba fascinado, sin sacar nada en limpio, pero con la esperanza cierta de llegar a dominar algún día el tecnicismo de aquel moderno filósofo de portal, o estoico, como él decía, sin saber que en Grecia tanto valía estoico como filósofo de portal. Escobar continuó asistiendo al portal de Belarmino y tomaba notas de lo que oía.

El duque estaba de tal modo fascinado por aquella mujer, en cuyos triunfos le tocaba alguna parte, pues cumplían sus pronósticos, y tal era el entusiasmo que su canto le inspiraba, que no tuvo inconveniente en pedirle que diese lecciones de música a su hija, no obstante que recordaba el pronóstico de su amable amiga de Sevilla y estremecía al reflexionar sobre el aplazamiento que le había dirigido la condesa.

Allí, sin reflexionar nada, sin pretenderlo tampoco, absolutamente como hombre fascinado por alguna empresa que tanto le asusta como le seduce, de una tirada, sin releer, casi sin vacilar, escribí una porción de cosas inesperadas que parecían caer del cielo. Fue a la manera de un exceso de carga que salió de mi corazón, de cuyo peso se sentía aliviado a medida que de ella se iba desembarazando.

Esta veneración se extendía, o mejor dicho, se extremaba y llegaba a su colmo, sin afectación ni servilismo, cuando se trataba de la señorita doña Luz, en quien, fascinado el viejo, creía descubrir a un ser cuyos arcanos pensamientos, móviles y resortes de acción, apenas entreveía; a una criatura rara e inusitada, de otra casta muy diferente de la suya, y con la cual, sin embargo, comía de diario y tenía la honra de compartir la vivienda.

Palabra del Dia

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