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Actualizado: 19 de junio de 2025
El médico de su honra . Esta es una tragedia horrible, repugnante y ofensiva á nuestras ideas, pero vaciada en el molde de las morales, reinantes entonces en España, con arreglo á las cuales el sentimiento del honor degenera en verdadero fanatismo.
Esta obra tiene igual valor, ya se la considere como la expresión del espíritu de tiempos pasados, ó por su mérito poético. La idea imaginaria, que le sirve de fundamento, se desenvuelve en rasgos grandiosos; pero el sentimiento religioso del poeta, en otros dramas suyos tan pura y genuinamente cristiano, aparece en éste extraviado singularmente por la superstición y el fanatismo.
Era un creyente sincero, y la piadosa y severa educación que había tenido le hacía horrorizarse de tal sacrilegio. Se le había pegado el fanatismo de su madre: tenía un miedo espantoso al infierno.
El hacha británica que degolló á María Stuardo y Cárlos I, no destruyó ni el fanatismo católico representado por la una, ni el espíritu de opresion encarnado en el otro. Ahí está la historia probando la inutilidad de esas violencias regias ó populares.
Pero acá, en este bajo mundo, una cosa es el artista y otra cosa el filósofo, y con mucha más razón una cosa es el artista y otra el autor de trabajos estadísticos, demográficos y sanitarios. En este punto, el fanatismo de escuela mal entendida y peor profesada ha llevado a los naturalistas franceses a las más risibles exageraciones.
Por lo demás, parecerá ménos sorprendente semejante fanatismo, si se considera el estado de aquellos tiempos, en que la inquisicion dominaba en España, y en que los actos esteriores, muy al contrario de lo que sucede actualmente, eran todo en materias de religion .
Se había imaginado encontrar algo semejante a las antiguas expediciones de las Cruzadas: soldados que peleaban por el ideal, que hincaban la rodilla antes de entrar en combate para que Dios estuviera con ellos, y por la noche, después de ardientes plegarias, dormían con el puro sueño del asceta, y se encontraba con rebaños armados indóciles al pastor, incapaces del fanatismo que corre ciego a la muerte, ganosos de que la guerra se prolongase todo lo posible para mantener la existencia de holganza errante a costa del país, que ellos creían la más perfecta; gentes que a la vista del vino, de las hembras o de la riqueza se desbandaban, hambrientas, atrepellando a sus jefes.
Pero, una vez pasados los efectos de la novedad, como decimos hoy, agotado y aquietado el sacudimiento intelectual producido por la nueva doctrina, con la conversión de los infieles a la nueva fe, en la que volvieron a enquistarse, sintiendo, pensando y obrando todos de la misma manera, a impulso de las mismas pasiones y las mismas esperanzas, siendo todos iguales por los componentes del espíritu, aunque diferentes por la condición social, como los diferentes ejemplares de un mismo libro en distinta encuadernación, rústica, media pasta, tela, pasta o cuero, con o sin cantos dorados, el comercio intelectual en el trato mutuo, quedó reducido a la confirmación recíproca de las supersticiones comunes, que así recalentadas se conservan en la tensión de fanatismo indurado, efecto que alcanzan en nuestros días los sacerdotes católicos con las misiones, las cofradías y las hermandades, y los protestantes con sus revivals.
»Olvidaba decir a usted que para hacer más encantadora mi aventura, la historia, es decir, diez y siete siglos de guerras, de tratados de privilegios, de tiranía, de fanatismo religioso, se oponen a que sea mía.
Llama equidad á la ruïn codicia, llama heroismo al crímen más sangriento, saber á la malicia, redencion al tormento, y á la venganza bárbara, justicia. Ciencia al enmarañado laberinto en que su limitada inteligencia se pierde errante sin hallar salida; alma á su ciego instinto, al vil temor prudencia, fé al fanatismo ciego, ley al hierro homicida, y á la inaccion estúpida, sosiego.
Palabra del Dia
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