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Actualizado: 4 de junio de 2025


No será de más decir que ambos vestían de seglar por las noches, con sendas levitas negras de largo faldón y manga apretada, botas de campana y enormes sombreros de felpa. Un buen cuarto de hora invirtieron antes de llegar a las cercanías del café. Una vez allí, ofuscados por las luces como cándidas mariposas, quisieron caer, y retrocedieron. Lo mejor será esperarle hacia su casa.

La brisa levantaba el faldón del narrador, apareciendo su abdomen partido en dos hemisferios por la tirantez del botón único. Tío Caragòl, ¡que se le escapa! avisaba una voz burlona. El santo hombre sonreía con la calma seráfica del que se ve más allá, de las pompas y vanidades de la existencia. Déjalo: ya no vuela. Y emprendía el relato de un nuevo milagro.

Martín, un poco cortado, menea dulcemente la cabeza. Mi despacho balbucea al fin. Y como Juan da un paso para abrir la puerta, lo detiene por el faldón de la chaqueta. Te ruego refunfuña que no franquees ese umbral; ni hoy, ni nunca... tengo mis razones.

De busto correcto, su medio cuerpo no dejaba nada que desear desde el punto de vista de la elegancia; desde la parte exterior del mostrador el parroquiano no tenía nada que observar, pero la sirena no podía salir del mostrador sin peligro, porque, como ese era su elemento, si lo abandonaba, mostraba por fuerza la cola indecorosa: el tendero sirena usaba levita de faldón largo para economizarse el uso de los pantalones, y zapatillas para ahorrarse las incomodidades del calzado; de modo que el mostrador servía para cubrir la parte menos bella, pero no por eso menos interesante de la estatua.

La chaqueta, con dos filas de botones, tenía el talle recogido, amplio y largo el faldón y muy subidas las solapas, imitando vagamente una levita de militar. El bigote rojizo sobre una mandíbula fuerte y el pelo cortado á rape completaban esta simulación guerrera.

Contra el testimonio de sus propios ojos alegaba el instinto, una voz interior que le señalaba sin cesar a su enemigo. Apareció éste en la tertulia. Saludó fríamente a Amalia y se fue derecho al gabinete; pero Manuel Antonio le retuvo tirándole por el faldón del frac. ¿Dónde vas, Luis? Ven aquí, muchacho; no te nos enfrasques tan pronto en el juego.

¿En dónde lo trincasteis? insistió el señor con más interés que nunca, dando dos cuartos al raquero. Pos en esa freata que están aforrando en el paredón contestó Cafetera con la mayor sencillez, guardándose los cuartos en el faldón de la camisa y escupiendo por el colmillo.

Y la mujerona, que tenía cierto afecto á los tres hijos de Batiste porque pagaban todos los sábados, agarró de una mano al «señor de Borrull», el cual salió de la escuela balanceándose sobre las tiernas piernecitas, llorando todavía del susto y enseñando algo más que el faldón por la abertura trasera de los calzones.

El orador se enjugó las lágrimas con la punta de la e, que de faldón le servía, y ya se preparaba á continuar, cuando le distrajo el rumor de una disputa que no lejos se había entablado. Era que el Sustantivo Sentido estaba dando de mojicones al Adjetivo Común, y le decía: «Perro, follón y sucio vocablo, por me traen asendereado, y me ponen como salvaguardia de toda clase de destinos.

Palabra del Dia

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