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Su amor propio sufriría... ¡figúrese usted!... ¡con el orgullo que tienen! Sería un campanazo en todo Buenos Aires. Además... esto es lo triste... parece que hay por medio deudas, favores, pagarés, hipotecas... ¡qué yo!... Y, claro, con la boda todo se arreglaba. ¡Naturalmente! Todo, menos lo tuyo. Pero, ¿no debo yo sacrificarme por todos? No, hijita; ¡eso nunca!

Figúrese el lector una sala llena de cofres y maletas, provisiones de comer, barriles de escabeche y botellas, repartidas aquí y allí, como suelen verse en las muestras de las lonjas de ultramarinos. ¡Ya se ve! era la intendencia.

Ya es un hombre, quiero decir, ya no es un chiquillo». Figúrese el lector cuál sería el asombro de doña Lupe la de los Pavos, cuando vio entrar en la sala a su sobrino, no con zapatillas ni en tren de andar por casa, sino empaquetado para salir, con su capa de vueltas encarnadas, su chaqué azul y su honguito de color de café.

CHABREGY. , señora; pero ¡demasiado tarde...! Figúrese usted que después de la última lección la señorita me dijo en voz baja: «¡Caballero! Tengo que preguntarle una cosa a solas. Le espero en el locutorio...» ¡Yo no desconfiaba ni pizca...! Ocurre con mucha frecuencia que una discípula le pida a uno aclaraciones; no puede rehusarse este benévolo repaso.

De repente, malheur me divisa, me conoce entre la ola de la muchedumbre y me grita: «¡Señor Montifiori, paisano, compatriota, venga a salvarme, me quieren llevar a la comisaríaFigúrese usted, doctor, yo iba en aquel momento nada menos que del brazo de ese espléndido Prince de Trois Lunes, un homme charmant, comme cicerone!

Pues lo explicaré mejor con un ejemplo replicó Neluco . Figúrese usted que, según declaran las leyes fundamentales del Estado, todo ciudadano tiene la facultad de evitar la comisión de un delito, siempre que pueda, y presuponga enseguida que nuestro hombre toma el precepto legal al pie de la letra, y trata de cumplirle en la primera ocasión que se le va a las manos.

LUCY. ¡Va usted a ver...! ¡Es un cuento de hadas...! ¡Figúrese lo sorprendida que me quedaría...! El mostróse muy chic y no me propuso nada vergonzoso.

Figúrese si habrá mozas guapas allá en Sevilla, de las de mantón y flores en la cabeza, de aquellas que tanto me gustaban antes, que mirarán como una felicidad ser amadas por el Gallardo... Lo mío se acabó. A usted le duele en su orgullito de hombre famoso acostumbrado a los éxitos, pero así es; se acabó: amigo y nada más. Yo soy otra cosa. Yo me aburro y no vuelvo nunca sobre mis pasos.

Todo ello es nada, y figúrese usted el caso que yo haré de hablillas insustanciales.... Todo ha sido broma...; para llegar a un punto más importante, que atañe a lo que nos interesa, a la curación de su espíritu de usted... en lo que depende de la parte moral. Pausa.

Luz sabía desde muy niña que su madre era viuda, y de quién lo era y desde cuándo; pero en lo que jamás había dado, dio en las primeras conversaciones que tuvo con su madre, recién llegadas las dos de Francia: en pedirla noticias y pormenores íntimos de «su padre». ¡Figúrese el lector en qué aprietos no se vería la aristocrática viuda de don Mauricio Ibáñez para salir limpia y sin manchar a nadie, de aquel nuevo lodazal en que la arrojaba de pronto el natural deseo de su hija!