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Actualizado: 15 de julio de 2025


Con esto, además, se quería dar a entender que las tales bellaquerías eran como el refinado producto del esfuerzo secular de una exquisita cultura, y el triste resultado de nuestros materiales progresos. Lejos de ser así, debe entenderse que los hombres, para ser malos y bellacos, no han menester vivir a fines de siglo, ni en época y sociedad muy adelantadas.

¿No hay una exquisita penetración en estas medidas? ¿No se hace la verdadera guerra a la Francia, que en luces está a la cabeza de la Europa, atacándola en la educación pública?

La mañana ofrecía esa dulzura exquisita que se observa en algunos días de primavera. El P. Gil advirtió al cochero que pasase cerca de la capital sin entrar y se dirigiese a la primera estación del ferrocarril, distante una legua de ella. Había resuelto tomar el tren allí para mayor recato. La estación, se llamaba la Reguera. Cuando llegaron eran las once.

Andrés caminaba hacia la rectoral, lentamente, con el sombrero en la mano para mejor refrescarse, gozando una vez más la poesía encerrada en aquel estrecho valle, el amable sosiego que reinaba en la campiña, la exquisita dulzura de aquella hora plácida y serena.

En suma, un gran señor y un artista de exquisita sensibilidad, al mismo tiempo que un soldado. El conde no podía admitir el silencio de Desnoyers. Era su comensal, y creyó del caso hacerle hablar para que interviniese en la conversación. Cuando don Marcelo explicó que sólo hacía tres días que había salido de París, todos se animaron, queriendo saber noticias.

Pero la abundancia y excelencia de los vinos con que se rociaba una exquisita comida, no tardaron en disipar las nubes, despejar las frentes y despertar las inteligencias. La animación de las conversaciones acabó por tomar un diapasón más alto que de costumbre, como sucede con bastante frecuencia cuando se ha vencido un primer momento de frialdad embarazosa.

Al llegar a Candore, la primera mirada de Eva fue para buscar al capitán. Raúl lo echó de ver, y sintió un sordo resentimiento, pero se contuvo gracias a ese dominio de mismo que da la costumbre del mundo, y siguió mostrando la exquisita cortesía que hacía de él un perfecto caballero cuando quería tomarse ese trabajo.

De los renglones más necesarios a la conservación y comodidad de los hombres sólo faltan dos en esta provincia, que son la sal y la cal; del primero es preciso abastecerse de Buenos Aires o del Paraguay, y el segundo se suple, para blanquear las iglesias y habitaciones, con caracoles grandes calcinados, que los hay en los campos con mucha abundancia, y de ellos se hace exquisita cal, pero ésta sólo alcanza para blanquear y no más.

Dejando, por fin, a un lado otras varias, cuyas diferencias estriban principalmente en matices y en medias tintas, pero que, en realidad, se refieren a las castas madres de que hemos hablado, concluiremos nuestro cuadro en un ligero bosquejo de la más delicada y exquisita, es decir, del calavera de buen tono.

Pero siempre halláis la misma mujer exquisita, de fibra superior, de inmaterial belleza que directamente os habla al alma; más insinuante que fascinadora, más á lo Murillo que á lo Ticiano, más de Calderón que de Lope, más de Cleómenes que de Fidias.

Palabra del Dia

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