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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Superar á Lope de Vega en riqueza de inventiva, ó rivalizar siquiera con él en este terreno, ni Calderón ni ningún otro mortal podría esperarlo; y hasta los demás poetas dramáticos más notables se distinguían cada uno en su género, y parecía imposible sobrepujarlos en aquello que constituía su excelencia.
¿Me hará Su Excelencia el gusto de decirme, repuso Candido, si no le tiene muy grande en la lectura de Horacio?
Por ejemplo, una gran cruz... Los que la lograban tenían tratamiento de Excelencia. Si su padre fuese un Excelentísimo Señor, perdería aquel carácter de comerciante en bacalao, que a ella le crispaba. ¿Y por qué no se la habían de dar? A un personaje de tal magnitud como el Duque no le costaba mucho trabajo conseguirla.
Después desta desgracia, habiendo estado Su Excelencia dos días en el fuerte y dado orden de lo que se había de hacer, fué muy apretado é importunado del Consejo, que continuamente le protestaba que se fuese á Sicilia á proveer lo que era necesario en tal coyuntura.
Las muchachas no interrumpían ya su charla al entrar él para dirigirle miradas de admiración; en cambio las madres le consultaban a menudo sobre sus jóvenes subordinados en busca de novia rica; le trataban como hombre serio, y el mismo embajador le llamaba a la mesa de juego diciéndole: «Venga usted, mi querido Candore; esto es propio de nuestra edad», aunque Su Excelencia no había pasado de los cuarenta...
El busilis, pues, y el toque magistral de cualquier obra de amena literatura no está en seguir la moda, sino en dar la moda o más bien en ponerse tan por cima de la moda y tan por cima de progresos y de mudanzas, que toda moda nueva se apoye y se autorice en aquella obra presentándola como dechado y tratando de convencer al público de la excelencia de lo nuevo, no por su discrepancia, sino por su semejanza con aquel modelo inmortal.
Así, prescindiendo de su diferencia, y considerados solo como animales, ó seres corpóreos, ó seres, ó cosas, forman dos. El número por excelencia es el abstracto; porque prescindiendo de lo que distingue las cosas numeradas, las considera únicamente como seres, y por tanto como semejantes, como contenidas bajo la idea general de ser.
En la esquela decía: «El marqués de Villamelón y de Paracuéllar, conde de Albornoz y de Calatañazor, suplica a vuestra excelencia se sirva asistir a la ceremonia de cubrirse de Grande de España el excelentísimo señor don Jacobo Téllez-Ponce Melgarejo, marqués de Sabadell, de quien es padrino, para cuyo acto se ha servido su majestad señalar el día 7 de febrero de 1878, a las dos de la tarde, en su Real Cuarto».
Y acaso su excelencia la traiga una buena noticia, dijo doña Inés. Pues, avisémosla. Avisémosla. Id vos. No, vos. Cualquiera. Y doña Inés se levantó, abrió las vidrieras, y de puntillas se acercó al lecho, y dijo casi al oído de su señora: La escelentísima señora camarera mayor de su majestad, quiere veros, señora.
Sentí en su presencia mucha cortedad, gran turbación; sentíme sin ideas y sin palabra. ¿Qué vienes a buscar aquí? me dijo. Señora, he venido a Córdoba para afiliarme en el ejército del general Castaños, y sabiendo que Su Excelencia y apreciable familia estaban en esta población, he querido visitar a mi antigua y querida ama.
Palabra del Dia
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