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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Una vez allí, se encontró sereno, y poniendo con osadía los ojos en el palco de la generala, esperó. Al tropezarse con él la mirada de ésta, llevose la mano al sombrero y la hizo un saludo exagerado, fantástico, de los que tanto gustaban los mancebillos elegantes en aquella época.
Y las dos señoras iban á ver unas pinturas borrosas que demuestran cómo no hay nada nuevo y original en este mundo: figuras amarillentas y desnudas, iguales á primera vista, sin otra novedad que el exagerado abultamiento del sexo diferencial. Media hora después, Ulises abandonó su banco con las ojos fatigados por la inmovilidad severa de las ruinas.
Yo creo que está usted muy exagerado, don Cristóbal. ¿Qué tiene usted que decir del capitán Núñez, que acaba de pasar ahora? ¿No es todo un buen mozo y una persona atenta y fina? Con un azadón en la mano estaría mucho mejor y sería más útil a su país murmuró sordamente el Jubilado.
Creo que convendréis conmigo en que no he exagerado su belleza. Los oficiales volvieron los ojos al punto que les señalaba su amigo, y una exclamación de asombro se escapó involuntariamente de todos los labios.
Ese idealista exagerado y loco no es el mejor maestro para un espíritu de esta clase. Nosotros enseñaremos la verdad a esta pobre criatura, resucitado ejemplar de otros siglos; le haremos conocer las dotes del alma; la traeremos a nuestro siglo; daremos a su espíritu una fuerza que no tiene; sustituiremos su naturalismo y sus rudas supersticiones con una noble conciencia cristiana.
Angelita, delante del espejo, despojábase del sombrero y el velo; hubiera sido bonita, sin el arremango exagerado de su nariz, que le daba una expresión de picardía y malicia, y si la boca fuera menos grande y los dientes más iguales.
Si bien esta guerra declarada á todo lo que es superior á los intereses positivos y á las secas realidades de la vida, no era nueva en el carácter de la señorita Margarita, sin embargo, se había exagerado bruscamente y envenenado, hasta el punto de herir los corazones que más cariño le profesaban.
Alguna vez en la conversación, le ocurrió tocar, aunque solamente de soslayo, ciertas cuestiones científicas o sociales, y su manera de tratarlas descubría en él una cultura muy extensa y sólida. Aun contradiciéndole y presentándole objeciones embarazosas, quedaba Delaberge sorprendido por la claridad y la precisión de todas sus réplicas: la señora Liénard no había exagerado.
Luego, Maltrana hizo un gesto exagerado de horror, una mueca que fue como la caricatura del miedo. Y junto al catalán... el hombre misterioso; ese vecino mío de camarote, del que le he hablado algunas veces. Es el que va con traje de luto, todo afeitado.
Ella, por el contrario, miró a Ojeda con expresión de reto, añadiendo en voz fuerte: Continúe usted, Isidro. Eso que dice es muy lindo, muy interesante. Y acompañó sus palabras con un gesto exagerado de voluptuosidad y abandono, indicando el gran placer que le causaban las palabras del héroe. Fernando siguió adelante, con más asombro que despecho por esta revelación... ¡Maltrana también!
Palabra del Dia
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