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Actualizado: 1 de junio de 2025
Caminaba al azar, lejos de los caminos frecuentados, porque yo evito el encuentro con los que la naturaleza me ha dado por hermanos, y temía que la sangre que caía de mis pies desgarrados no les sirviera de rastro.
Así es que evito con mucho cuidado, desde hace dos meses, lo que la querida niña llama: «nuestras deliciosas horas de intimidad.» Aunque su mirada es glacial y su nariz ostenta proporciones borbónicas, me conozco: si por desgracia me hablase de su ternura y de su admiración por mi hermosa inteligencia, en una noche como ésta, sería capaz de contestarle: «¡Como no!...» o «¡Perfectamente!» En fin, cualquiera de esas palabras apasionadas, irreparables, que lo hunden a uno en un abismo, para toda la vida.
Por eso evito estar sola, por eso juego y necesito ver gente, hablar, huir de mis pensamientos... Después sólo he recibido una postal de mi hijo, sin fecha, sin el lugar de procedencia, que dice casi lo mismo que las otras.
Entró primero el complaciente Villanueva, que evitó a S. M. tan lúgubre aparato, y pareció frustrada la aventura: pero pasado algún tiempo, terco el Rey en su empeño, no paró hasta lograrlo. Guardose mal el secreto, tomó cartas el Santo Oficio, y no atreviéndose con el Rey, procesó al protonotario prendiéndole en Agosto de 1644.
Así la evito a usted una molestia repuso; dígnese fijarse usted señora, si es ese el documento, porque tengo unos ojos... Misia Casilda decía: ¿Molestia? no, señor, al contrario. Tomó el papel, sin saber qué hacer. Sí dijo, éste es; treinta mil nacionales, y aquí está la firma, Aquiles Vargas... Debajo, debe estar la de don Bernardino Esteven. ¿Qué dice usted?
De esta independencia nace el desembarazo con que he alabado francamente en distintas ocasiones, ora el amor de familia con que se ha solido colocar a los deudos y amigos de los gobernantes, cosa que ha variado ya enteramente; ora la prudente lentitud con que se han entregado y se entregan las armas a nuestros amigos; ora la oportunidad e idea con que se vistió a los señores Próceres, y en momentos de aprieto, fundados en que más da el duro que el desnudo; ora la perspicacia con que se han descubierto varias conspiraciones, y se ha salvado a la patria amenazada; ora la previsión con que se evitó que se interpretase mal la primera acometida del cólera; ora la precipitación con que se ha llevado a su término la guerra civil; ora... pero ¿a qué más? yo no he dejado cosa apenas que no haya alabado; y si algo me he dejado, por mi vida que me pesa, y téngolo de alabar hoy.
Dimmesdale y este excelente y anciano diácono, solo merced á la más cuidadosa circunspección y casi haciéndose violencia, evitó el ministro proferir ciertas reflexiones heréticas que se le ocurrieron sobre varios puntos religiosos. Temblaba y palidecía temiendo que sus labios, á despecho de sí mismo, emitiesen algunos de los horribles pensamientos que le cruzaban por la mente.
Así fue también como Jaime Moro, después de perder en la refriega el serpentón de don Nicanor, estuvo a punto de ser inmolado por el sable resplandeciente de un civil. Sólo por haber tomado la precaución de bajar la cabeza cuando éste le tiró el golpe evitó la efusión de sangre. El sable fue a chocar con la pared de una casa, haciendo no poco estrago en ella.
Hace dos meses, mi situación me hubiese parecido extraordinaria, inverosímil... Yo cuidando á mi marido, temiendo que me descubra y se aleje de mí, deseando al mismo tiempo que me reconozca y me perdone... Sólo hace una semana que vivo á su lado. Desfiguro mi voz cuanto puedo, evito frases que le revelen quién soy... Pero esto no se puede prolongar.
La mansedumbre, que es gran virtud, evitó que las monjas se ofendieran: no salió de sus labios palabra de reproche, nada intentaron para exacerbar la devoción naciente, quizá la vocación frustrada de Paz; pero tampoco se olvidaron de recordarla en días determinados y festividades solemnes que en un extremo de Madrid había una santa casa que se honraba con haberla tenido por discípula y a la cual debía enviar de cuando en cuando alguna limosna para obras de caridad, algún ramo de flores para aquel altar, en cuyas gradas se arrodilló tantas veces.
Palabra del Dia
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