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Actualizado: 15 de octubre de 2025
En prueba de esto dio no pocos datos y razones, y la más sorprendente fue la de afirmar que ambos jóvenes iberos estaban sellados por él, en la espalda, desde el día en que nacieron, con una salamandra azul. Con la alegría que produjo tan fausto descubrimiento, se prescindió de la etiqueta de palacio. Vino Guadé y trajo consigo a Mutileder.
Si los muros silenciosos de esa iglesia pudieran hablar, ¡qué bien contarían la historia de Colombia, desde las luchas de precedencia y etiqueta de los oidores y obispos de la colonia, desde las crónicas del Carnero bogotano, hasta las últimas conspiraciones y levantamientos! Más de una vez también la sangre ha manchado esas losas, más de una vez han sido teatro de luchas salvajes.
Los jornaleros, de camisa limpia y con sus mejores ropas; si eran jóvenes, iban en cuerpo, pero con chivata o larga vara de membrillo, oliva o fresno; y si eran ya mayores de edad, con capa, para el conveniente decoro, por ser por allí la capa el traje de etiqueta, del que no se puede prescindir, aunque se achicharre o derrita el humano linaje, como era entonces el caso, porque el sol hacía chiribitas.
Sea que el detalle de etiqueta hubiese desagradado a cierto número de convidados, sea que hubiese en el aire uno de esos vagos presentimientos precursores de las grandes catástrofes, el principio de la comida fue silencioso y frío.
Al abrir la carta de Hop-Sing, revoloteó hacia el suelo una tira de papel amarillo, que a primera vista me figuré cándidamente que sería la etiqueta de un paquete de sorpresas chinas, tantas eran las figuras y jeroglíficos que contenía.
La solemnidad beatífica con que encubre su nulidad, sus manos cuidadas de ocioso, sus pretensiones de resolver las cuestiones de etiqueta diplomática, porque fue en otro tiempo simple agregado a la legación de Berna, y hasta ese pueril conocimiento de las genealogías aristocráticas que le permite jugar con los grandes nombres como un chicuelo con las tabas, todo ese conjunto de necedades divierte a Lacante y completa el decorado.
Conocí á Sardou una tarde de invierno. Al entrar en su despacho el gran dramaturgo, que sabía el objeto de mi visita, salió á mi encuentro, alargándome sus dos manos con efusión seductora de cordialidad y agasajo; fué uno de esos gestos admirables que, suprimiendo de cuajo las frialdades ambagiosas de la etiqueta, equivalen á una intimidad de varios años.
En aquellas fiestas, el pueblo no se manifestaba sino como un convidado mas, añadido á la lista de alcaldes, funcionarios, gentiles-hombres, frailes y generales; no era otra cosa que un espectador, cuyas pasivas funciones estaban previstas y señaladas en los artículos del programa, y desempeñaba como tal el papel que la etiqueta le prescribía.
Algunas derramaban lágrimas de azoramiento más que de gratitud, porque su situación entre los poderosos de la tierra y ante la caridad de etiqueta que las favorecía, más era para humillar que para engreír.
Dio conciertos, menudeó las reuniones de confianza, y de vez en cuando, en ciertas solemnidades, organizó grandes bailes de etiqueta. Con esto recobró su perdida energía, aquella graciosa y simpática movilidad que la caracterizaba; volvió la sonrisa a sus ojos, la frase aguda a sus labios. Nadie supo jamás honrar con más amabilidad y más gracia a sus tertulianos.
Palabra del Dia
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