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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Decididamente, eran de dos épocas distintas. «¡Juventud... juventud! Usted es la España que viene; yo la España... etcétera; el mundo iba por otros caminos. El mismo se olvidó á los pocos días de esta empresa de Jerusalén, angustiado por el mal cariz de la guerra en Occidente.

-Eso estaba puesto en razón -respondió Sancho-, porque, según vuestra merced dice, más anejas son a los caballeros andantes las desgracias que a sus escuderos. -Engáñaste, Sancho -dijo don Quijote-; según aquello, quando caput dolet..., etcétera. -No entiendo otra lengua que la mía -respondió Sancho.

Figúrate una gran cocina, instalada en un piso bajo de la calle de La Boetie... Unos hornos soberbios; delante de ellos, una amplia mesa con legumbres preparadas, cacerolas, manteca, etcétera. Delante de la mesa, unas sillas, donde están instaladas unas señoras con sus cocineras; hay allí también jóvenes estudiosos con las manos sucias.

Devoró pronto una multitud, fijándose, como es lógico, en las de aquellas que más gloria alcanzaron y más esplendor han dado a la Iglesia: la vida de Santa Teresa, la de Santa Catalina de Siena, la de Santa Gertrudis, Santa Isabel, Santa Eulalia, Santa Mónica y la de algunas otras que, sin hallarse canonizadas aun, fueron célebres por su piedad y por las gracias espirituales que Dios les otorgó, como la Beata Margarita de Alacoque, Mademoiselle de Melum, etcétera.

Los testamentarios, atentos a que usted, lo mismo que el señor, se hallan en situación muy precaria, por causas que no quiero examinar ahora, ni hay para qué, han decidido... para eso y para mucho más les autoriza el testador, dándoles facultades omnímodas... han decidido, mientras se pone en regla todo lo concerniente al testamento, liquidación para el pago de derechos reales, etcétera, etcétera... han decidido, digo...».

El viejo la toma por los hombros y se da sus aires de grande. ¡Esta es mi obra! ¡Soy yo el que ha hecho esto! ¡Yo soy su padre!... etcétera. Ella se desprende y se pone de color de púrpura. Tiene vergüenza. Entonces las señoras preparan la mesa para el café.

El culto de esos insoportables viejos ha dejado también cerca de aquí, en un sitio solitario, romántico, pintoresco, etcétera, un monumento, ante el cual las personas predispuestas al éxtasis, tienen por costumbre desmayarse: he pensado que tendría usted placer en dibujarlo, y como el sitio no es fácil de descubrir, he resuelto servirle de guía, no pidiéndole en recompensa sino que me evite las explosiones de un entusiasmo al que no podría asociarme.

Siguió la conversación versando sobre fiestas, novenas que se preparaban, la marcha del vicario que iba nombrado canónigo de la catedral, la persona que le sustituiría, etcétera. Insensiblemente todas fueron bajando el tono de la voz hasta convertirse en un cuchicheo monótono y triste. Más que de enhorabuena parecía una visita de pésame.

Como Robledo permaneciese silencioso, Elena volvió á apoderarse de la botella para llenar su copa, apurándola con lento regodeo. Mientras bebía señaló con los ojos á la muchachuela, que continuaba fumando y tosiendo. Es cómo todas las de ahora: morfina, cocaína, etcétera... Yo soy de mi época, estilo antiguo; las tales drogas me ponen enferma. Sólo creo en lo clásico.

Así hemos encontrado calderas para motores fijos, muebles pesados, etcétera. Nadie los toca, y no hay ejemplo que se haya perdido uno solo de esos depósitos entregados a la buena fe general. Muchas veces oíamos el grito gutural de un conductor de cerdos que empujaba su manada hacia adelante.

Palabra del Dia

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