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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Ya no necesitaba estudiar el amor en los libros, ni mirarlo de lejos; había penetrado en persona en todo mi ser, sus dulces enigmas me envolvían por todas partes y podía ¡oh deleite! divertirme con ellos: estaba sumergida hasta la cabeza en la intriga que debía asegurar la felicidad de mi hermana.
Ya le he dicho á usted que tuviera mucho cuidado con este fenómeno del chico. ¡Tanto estudiar, tanto saber, un desarrollo cerebral disparatado! Lo que hay que hacer con Valentín es ponerle un cencerro al pescuezo, soltarle en el campo en medio de un ganado, y no traerle á Madrid hasta que esté bien bruto.» Torquemada odiaba el campo y no podía comprender que en él hubiese nada bueno.
Pero dentro de aquel sepulcro el espíritu idealista del sacerdote se revolvía incesantemente, luchaba con ansia por salir al aire libre y respirar una atmósfera más pura. El afán de sacudir la lepra que le iba royendo poco a poco le impulsó a estudiar los sistemas de metafísica dogmática antiguos y modernos. Fue una felicidad para él que el obispo hubiese nombrado coadjutor al P. Narciso.
La abuela volvió a tomar aspecto de triunfo. Pero no soy de opinión de que se violenten las vocaciones... A mi vez cobré valor. Deje usted a Magdalena estudiar su cuestión de las solteronas, puesto que eso le interesa. Acaso nos descubrirá cosas asombrosas añadió con una risa sonora que hizo temblar los cristales del despacho.
Al estudiar la historia de este monumento has visto desarrollarse la historia del arte en los siglos medios y en la edad moderna: te has hecho cargo de sus vicisitudes y transformaciones, de las causas que las han producido, de los agentes que las han consumado.
Ya en su despacho, donde nadie había acudido más que él, don Braulio, en vez de estudiar expedientes, estuvo largo tiempo sentado, con los codos sobre su bufete y las manos en las mejillas, estudiándose a sí mismo. Este estudio no debió de dar muy satisfactorio resultado.
Llevaba aquellos papeles inútiles y el hijo que había de ser clérigo. Era Fermín ya un mozalbete como un castillo; sus 15 años parecían veinte; pero Paula hacía de él cuanto quería, le manejaba mejor que a su padre. Le hizo estudiar latín con el cura, el mismo que había dado la dote perdida por el difunto.
Porque en las plantas, lo mismo que en los insectos, se puede estudiar el hombre. Quizá parezca tal aserto una paradoja; pero los que no creen que sólo en el hombre se manifiesta la voluntad y la inteligencia, es decir, los que son un poco paganos y lo ven todo animado, desde un cristal de cloruro de sodio hasta el homo sapiens, no encontrarán lo dicho paradójico.
Había comenzado a estudiar la vida en los libros, y gracias a ellos podía comprender sin gran trabajo, cómo era en realidad.
Y para estar más tiempo en la cocina que en la sala, revisó los pucheros, y se puso a picar la ensalada cuando aún no hacía falta. De rato en rato daba una vuelta por la sala, donde Maximiliano se había puesto a estudiar. No le era fácil aquel día fijar su atención en los libros. Estaba muy distraído, y cada vez que su amiga entraba, toda la ciencia farmacéutica se desvanecía de su mente.
Palabra del Dia
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