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Actualizado: 16 de junio de 2025


¡Pero si llevas ya cinco días!... ¿A cuándo aguardas para dejarlo?... No me lo hubiera yo puesto diez minutos por Juanito Velarde, porque por más que digas, era muy soso, hija, muy sosito. Entonces, me pondré esta noche medio luto... Justamente tengo un vestido sin estrenar, blanco y negro; es bonito, pero no creo que pueda servir para otra cosa.

A veces se interrogaban en balde las gentes unas a otras a ver si alguien le había visto estrenar una prenda.

Hubo que economizar en nuestros gastos, todo aquello de que fuera posible privarse; las relaciones con los propietarios vecinos fueron limitadas, el personal reducido, y la anciana institutriz que había educado a Marta, y que debía terminar su tarea conmigo, tuvo también que dejarnos. Marta, que era siete años mayor que yo, y se disponía a estrenar su primer vestido largo, tomó su lugar.

Pero es el caso que estas ropas, que yo quién las tiene sin estrenar, ricas y buenas, y que es persona así de vuestras carnes, que os vendrá pintada su ropa, y que si se le paga bien y secretamente, no tendrá reparo, y que á más se halla necesitadillo de dinero... Pues al momento.

Hizo el camino a pie, invirtiendo en él diez jornadas, y llegó fresco y dispuesto a trabajar, con catorce francos y medio en el bolsillo, y los zapatos sin estrenar, en la mano. Dos días más tarde, rodaba un tonel por el faubourg de Saint-Germain, en compañía de otro camarada que no podía ya subir las escaleras, porque se había relajado.

Estos odiosos trances por que han pasado cuantos escritores llegaron al teatro antes de haber conquistado en el libro ó en la Prensa un nombre respetable, constituyen los prolegómenos nada más que los prolegómenos de lo que propiamente podría llamarse «el dolor de estrenar»; Gólgota durísimo, Calvario de ingratitud, al que ningún autor, ni aun los privilegiados, puede estar nunca completamente seguro de haber subido.

Quien presenciase el atrevimiento de él y la indulgencia de ella, acaso imaginara que ya habían trocado el amor platónico por el experimental: y sin embargo, Cristeta estaba tan limpia de pecado, como la madre Eva antes de verse obligada a estrenar el primer vestido de hojas de parra entretejidas. Capítulo VI

A lo que una voz alegre y limpia contestaba así con un ligero acento provincial: Perdóneme, he querido, para honrar mejor su casa, estrenar un vestido nuevo y la modista no me lo ha traído sino hasta ahora mismo... cuando ya comenzaba a enfadarme. En aquel mismo instante abríase de par en par la puerta del comedor y un criado con guantes blancos y casaca negra decía así: «La señora está servida».

Si al fin aceptaba Bringas, se iría solo a su ínsula, y la desconsolada esposa se quedaría en Madrid con libertad de estrenar cuantos vestidos quisiera. Pero siendo lo más probable que el gran economista no aceptase, Rosalía se calentaba los sesos discurriendo la salida de su compromiso, y al fin halló una fórmula que, mucho antes de la ocasión de emplearla, revolvía y ensayaba en su mente.

Aumentaba mi júbilo el placer de estrenar un vestido como jamás había usado, y así que estuve ataviada, me contemplé largo rato en silenciosa admiración. Y en seguida me eché a brincar y saltar en un acceso de exuberante felicidad, y en un corredor, casi, casi, doy a mi tío contra el suelo. ¿A donde vas así, sobrina?

Palabra del Dia

rigoleto

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