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Actualizado: 27 de junio de 2025


NOTA: Escribióse este artículo para la serie descriptiva de los doce meses del año, publicada por la Ilustración Española y Americana en su Almanaque de 1877. En el campo. Un monstruo, un gigante, un figurón, que parece hombre y no es más que espantajo, bracea y gesticula en medio del campo.

Pero desde entonces tenían los amos un espantajo para levantarlo como bandera, La Mano Negra, y no intentaban los pobres de la campiña el más leve movimiento hacia su bienestar, que no surgiese el fantasma lúgubre goteando sangre. Todo lo autorizaba el tétrico recuerdo. Por la más leve falta se apaleaba a un hombre en el campo; el gañán era un ser sospechoso contra el cual todo era lícito.

Estaba el hombre fuera de , delirante; y sin echar de ver que la vieja se había largado á buen paso de la habitación, siguió hablando como si delante la tuviera. «Espantajo, madre de las telarañas, si te cojo, verás.... ¡Desacreditarme asíIba de una parte á otra en la estrecha alcoba, y de ésta al gabinete, cual si le persiguieran sombras; daba cabezadas contra la pared, algunas tan fuertes que resonaban en toda la casa.

Lejos de eso; desde el presidente que le dio su nombre hasta el actual, ninguno la ha formulado con sus variantes en el tiempo, sin que la Inglaterra, y en muchos casos la Europa, haya dejado de protestar. ¡El pobre Monroe ha hecho muchas veces el papel del lobo! ¡el lobo! de la fábula; pero, como los americanos jamás mostraron la garra, ni cuando la expedición de Méjico, ni cuando el bombardeo de Valparaíso, en el que las balas españolas pasaban casi sobre buques que llevaban la bandera estrellada, nadie cree ya en eso espantajo.

»Desde entonces veo y hablo por la reja a doña Marcela todas las noches, sin que Currito me perturbe. Y doña Marcela se me muestra agradecidísima por haberla yo libertado de aquel espantajo o bu que sin querer ella la defendía como el dragón en Las tres toronjas del Vergel de amor y en otros cuentos de hadas. »No imagines por eso que estoy más adelantatado en mis pretensiones.

Si parece usted un espantajo. ¿Qué diría la gente si le ve y le oye hablar aquí y requebrar en la oscuridad a una mocita? Capaz será de decir que ha perdido usted la chaveta y que no sirve para secretario del Ayuntamiento y consejero de don Andrés. Don Paco se apartó entonces y dejó pasar a Juanita; pero en vez de dirigirse hacia la fuente, se volvió, siguiéndola, hacia el lugar.

Apenas podía leer la enmarañada escritura del autor de Prometeo. Los sonidos equivocados, que eran los más, le desgarraban los oídos. El tono era difícil, y anunciaba sus asperezas una sarta de infames bemoles, colgados junto a las dos claves, como espantajo para alejar a los profanos. No obstante, ayudado de su voluntad firme, de su anhelo, de su furor músico, Miquis tocaba.

Me enfada esta niña con su inocencia y su cara bonita. Parece que se la pone al lado como un escudo contra ... Es fatalidad esta; las pocas veces que la cojo sola, no adelanto nada. Si le digo cualquier reticencia delicada, se hace la tonta. Evita el encontrarse sola conmigo, y ahora trae siempre a rastras al espantajo angelical de su hermana para asustarme».

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