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Actualizado: 22 de julio de 2025
¿Y no nos dais para beber? dijo este último ; mis camaradas se han ido rendidos. Dió un escalofrío al cocinero mayor, que dió, con un violento esfuerzo, cuatro escudos al soldado y un ducado á los mozos. Al fin se encontró solo con el alguacil, que había penetrado en aquella especie de sancta sanctorum del cocinero mayor. Este cerró la puerta.
Más: de limosnas á pobres Soldados, curas enfermos, Y llevarlos á caballo, Treinta mil y cuatro cientos Y cuarenta y seis escudos. No sólo satisfaciendo Va Vuestra Excelencia al Rey; Mas que no podrá, sospecho, Pagarle con cuanto tiene. Suplícole que dejemos Las cuentas, que quiero hablarle.
Los puñales que hirieron á Abd-el-rhaman, dijo, estan asestados contra mí: las manos que los empuñan no los sueltan ya sino para recoger los escudos que les arroje desde lo alto de mi trono.
Entre el Corregidor y don Diego de Carriazo y don Juan de Avendaño se concertaron en que don Tomás se casase con Costanza, dándole su padre los treinta mil escudos que su madre le había dejado, y el aguador don Diego de Carriazo casase con la hija del Corregidor.
Arriba, al final de la portada, abríase, como gigantesca flor cubierta de alambrado, el rosetón de colores que daba luz á la iglesia, y en la parte baja, en la base de las columnas adornadas con escudos de Aragón, la piedra estaba gastada, las aristas y los follajes borrosos por el frote de innumerables generaciones. En este desgaste de la portada adivinábase el paso de la revuelta y el motín.
No osaba meterse en la penumbra de este salón obscuro y humoso durante el día, y que sólo al llegar la noche hacía resaltar la gloria de sus dorados, de sus escudos policromos y de sus vidrieras de colores bajo guirnaldas de luces eléctricas. Las mesas inmediatas a las ventanas ya estaban ocupadas a aquella hora por los sempiternos jugadores de poker.
Se alzaban arcos de triunfo, se tendían colgaduras de damasco, salían á la calle las comunidades y cofradías con sus pendones al frente, y en todas las esquinas se ponían escudos y tarjetones, donde el poeta Arriaza estampaba sus pobres versos de circunstancias.
Primero tres fajas de inscripciones de caractéres africanos sobre fondo de ataurique; luego otra de recuadros con escudos de armas, sin mas blason que la banda diagonal usada por algunos reyes islamitas; despues un entrepaño menudamente trabajado de laceria formando estrellas y rosetones, en que alternan escudos y estrellas en escaques; encima una hermosa faja de lazo-laberinto, y por remate almenitas dentadas ornamentales.
Vamos, vamos, bella patrona, cálmese usted y no abra el pico como una gaviota que va a dejarse caer sobre un banco de sardinas. He aquí lo que la apaciguará dijo Kernok haciendo sonar algunos escudos ; tengo necesidad de usted y del... señor.
Dos que había buenos, del uno se servía el Visorrey y del otro tomaba quien podía. Con toda esta carestía, no se dió paga entera á los soldados desde que partimos de Mesina hasta que se perdió el fuerte, sino dos escudos en tres veces que les dieron socorro, y así murieron muy muchos por no tener dineros con que gobernarse.
Palabra del Dia
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